Alimentos ultraprocesados: cinco cosas que debes saber sobre los alimentos fabricados industrialmente
En algunos países el consumo de alimentos ultraprocesados supera niveles críticos: en EE.UU., por ejemplo, alrededor del 60 % de la ingesta calórica de los adultos proviene de alimentos ultraprocesados, y en los niños es casi el 70 %.

Poca temática nutricional está actualmente tan presente en los medios y al mismo tiempo resulta tan controvertida como los alimentos ultraprocesados. Las estadísticas muestran que estos ya no son casos excepcionales.
Todo nuestro sistema alimentario moderno se caracteriza por productos producidos industrialmente que a menudo están enriquecidos con azúcar, sal, grasas saturadas y aditivos artificiales. El precio para la salud de esto es alto.
“No se trata solo de lo que se agrega a estos alimentos, sino también de lo que les falta”, explica Dalia Perelman, nutricionista del Centro de Investigación Preventiva de Stanford. “Contienen menos fibra, micronutrientes y fitoquímicos”.
Perelman es una reconocida experta en el campo de la nutrición clínica y le cuenta a Stanford Insights cinco cosas que los consumidores deben saber sobre la UPF.
1. Básicamente nada nuevo
La historia de los alimentos ultraprocesados no comienza con la pizza congelada. Los edulcorantes artificiales como la sacarina ya se utilizaban a finales del siglo XIX.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo se aceleró. Técnicas como la liofilización, la conservación química y los métodos de envasado, originalmente pensados para fines militares, pronto estuvieron disponibles para la población civil. Esto sentó las bases para el procesamiento industrial de alimentos.
2. ¿Qué se considera ultraprocesado?
A menudo es posible determinar si un producto es ultraprocesado a partir de la lista de ingredientes. “Si hay cosas que no tendrías en tu propia cocina, es una buena señal”, dice Perelman. Los emulsionantes, colorantes, potenciadores del sabor o espesantes son típicos de estos productos. Un alto contenido de azúcar, sal y grasas también es una característica clave.

La clasificación de la UPF se realiza habitualmente mediante el llamado sistema NOVA, desarrollado por el epidemiólogo brasileño Carlos Monteiro. Divide los alimentos en cuatro grupos: desde los no procesados, por ejemplo B. frutas, verduras, huevos, hasta ultraprocesados, p. ej. P.ej. refrescos, dulces, pizza preparada.
3. Algunas enfermedades graves
Las consecuencias para la salud son alarmantes. Un análisis de 45 metaestudios con casi 10 millones de participantes a partir de 2024 muestra que el consumo de alimentos ultraprocesados aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en un 50%, los trastornos de ansiedad en un 48% y la obesidad en un 55%.
Además, los productos dañan la flora intestinal. “La mayoría son fácilmente digeribles y entran rápidamente al torrente sanguíneo”, advierte Perelman. Pero los microbios de nuestro intestino necesitan fibra, de lo contrario morirán de hambre o comenzarán a descomponer la membrana mucosa protectora. También se sospecha que los emulsionantes como la carboximetilcelulosa debilitan la barrera intestinal y promueven la inflamación.
4. Tentación dirigida
Otro problema es que los alimentos se desarrollan y comercializan de tal manera que son difíciles de resistir. “Están equilibrados hasta el llamado ‘punto de felicidad’: la combinación ideal de azúcar, sal y grasa para maximizar la experiencia de sabor”, explica Perelman. “Cuando un comercial dice: ‘No puedes comer solo uno’, es verdad”.

Un experimento de 2019 mostró que los participantes que seguían una dieta UPF consumían alrededor de 500 calorías más por día que aquellos que comían alimentos no procesados. Los sujetos de la UPF ganaron alrededor de un kilogramo en sólo dos semanas.
5. No todos son malos
Pero no todos los productos altamente procesados son perjudiciales para la salud per se. “Todo es una cuestión de definición”, dice Perelman. Por ejemplo, el sistema NOVA a menudo ignora la densidad de nutrientes, aun cuando algunos productos fortificados son importantes, especialmente para las regiones más pobres.
La solución está en un enfoque pragmático. “No es necesario hacerlo todo a la perfección, pero sí hay que hacerlo conscientemente”, aconseja Perelman. Si te preguntas si existe algún snack menos procesado, a menudo tomarás una mejor decisión.
Debemos comer principalmente alimentos frescos, legumbres, productos integrales, frutos secos y semillas. O como lo expresó el experto en nutrición Michael Pollan: "Come comida real, sobre todo vegetales»".
Referencia de la noticia:
Stanford Report: Five things to know about ultra-processed food.