Como cultivar cacao en casa y producir tu propio chocolate: aunque vivas en la ciudad y tengas poco espacio
¿Te imaginas decir que tu chocolate casero empieza en una maceta? El cacao es una planta tropical que puedes cultivar en casa, aunque vivas rodeado de concreto.

El chocolate es de esos alimentos que rebasan fronteras y generaciones. Nos acompaña en celebraciones, en momentos de tristeza, como regalo y hasta como medicina en culturas antiguas pero pocas veces pensamos en su origen, antes de ser barra o bebida caliente.
Y aunque siempre lo asociamos con selvas húmedas o fincas en países lejanos, el cacao también puede crecer más cerca de lo que imaginas. Es una planta noble, resistente y que con el cuidado adecuado, se adapta a espacios pequeños y hasta a una maceta dentro de tu casa.
En México, cuna histórica del cacao, hay una conexión cultural muy fuerte con este fruto. Civilizaciones como los mayas y los mexicas lo consideraban un alimento sagrado, al grado de usarlo como moneda. Tener un árbol de cacao en casa no es solo un experimento botánico, es también reconectar con esa raíz ancestral.
Claro que como pasa con cualquier frutal, no es un proceso inmediato. No vas a tener chocolate listo en meses, pero lo que sí tendrás desde el inicio es una planta increíblemente decorativa, con hojas brillantes y un aire exótico que convertirá tu espacio en un Edén tropical.

Es una especie que ayuda a crear microclima en tu jardín. Sus hojas refrescan y purifican el aire y si tienes otros cultivos cerca, los protege con su sombra. Lo emocionante es que da la posibilidad real de producir chocolate artesanal, algo que conecta lo botánico con lo gastronómico de manera única.
Elegir el cacao y conocer sus variedades
Existen tres grandes tipos de cacao: Forastero, Criollo y Trinitario. El criollo es el más apreciado por su sabor fino, pero también el más delicado, el forastero es el más común, resistente y productivo, y por último el trinitario, que es un combinación de ambos, equilibrando calidad y resistencia.
Para cultivo en casa, lo mejor es empezar con plantas jóvenes de vivero o semillas frescas de forastero o trinitario, ya que soportan mejor las condiciones no tan ideales. Lo importante es saber que el cacao ama la humedad y los espacios con sombra, imitando su ambiente natural bajo la selva.
El cacao se adapta a maceta siempre que esta tenga al menos 50 a 60 litros de capacidad y mantenga un buen drenaje, tambien es de suma importancia usar un sustrato rico en materia orgánica, el cual se puede lograr mezclando un poco de tierra negra con composta, perlita y un poco de fibra de coco para retener humedad.
Te recomiendo colocar esta especie en un espacio en donde predomine la luz indirecta o semisombra, porque el cacao no soporta sol directo intenso por muchas horas. Lo ideal es recrear un espacio húmedo, así que rociar las hojas con agua ayuda mucho si el ambiente es seco.
Si decides germinar desde semilla, procura que sean semillas frescas, porque las de cacao pierden viabilidad muy rápido. La siembra es muy sencilla, solamente tienes que colocar la semilla directamente en el sustrato húmedo, y cubrirlas ligeramente con una capa fina de tierra, y en una o dos semanas suelen brotar.
Si optas por un plantín de vivero, trasplántalo con cuidado a su maceta definitiva y dale riegos constantes durante las primeras semanas. El cacao prefiere humedad constante, pero sin encharcarse, así que lo mejor es regar poco a poco, varias veces a la semana.

El cacao es sensible a la sequía y al frío, la temperatura ideal se encuentra entre los 22 y 28 grados centígrados. Así que si vives vives en zona fría, deberás moverlo al interior en invierno o protegerlo con alguna manta que le ayude a mantener el calor.
Las flores del cacao crecen directamente del tronco y ramas principales, lo que lo hace muy llamativo, para fructificar, a veces necesita que le ayudemos en la polinización, y esto lo podemos hacer de manera manual utilizando un pincel si no hay insectos en tu entorno.
De la vaina al chocolate casero
Cuando tu árbol de cacao empiece a dar fruto, verás las mazorcas que pueden ser verdes, amarillas, naranjas o rojizas, dentro están las semillas envueltas en una pulpa blanca, dulce y aromática. Lo primero es abrir la vaina y extraer esas semillas con su pulpa, que serán la base de tu chocolate, aquí empieza el verdadero proceso artesanal.
El primer paso es fermentar las semillas. Se colocan en un recipiente de madera o en una caja, tapadas con hojas (como de plátano), durante 5 a 7 días. Este proceso desarrolla el sabor y elimina la astringencia natural del cacao. Sin fermentación, no hay el sabor profundo que asociamos con el chocolate.
Después viene el secado, una vez fermentadas, las semillas deben extenderse al sol o en un lugar ventilado durante varios días hasta que pierdan la humedad, el grano seco se oscurece y adquiere el aroma característico. Este paso también evita que se descompongan y prepara el cacao para el tostado.
El tercer paso es tostar los granos, esto puedes hacerlo en un sartén, horno o comal, dependiendo de la cantidad, aquí se intensifican los aromas y se desarrollan notas como nuez, café o frutas. Después de tostarlos, se retira la cáscara fina que recubre el grano, quedando solo la parte comestible: las nibs de cacao.
Y finalmente llega la parte más emocionante: moler y mezclar. Los nibs se trituran hasta obtener una pasta espesa llamada licor de cacao, con paciencia (y algo de calor para que la manteca de cacao se derrita), se logra una textura fluida, a esa base se le añade azúcar, miel, leche en polvo u otros ingredientes.
Tener un árbol de cacao en casa es apostar por un cultivo único: exige más cuidados que un cactus y más paciencia que una hierbabuena, pero la recompensa lo vale. Con sus hojas llamativas, flores peculiares y frutos que roban miradas, el cacao transforma cualquier espacio.