Células zombies: qué son y de qué forma afectan al cuerpo humano

Se resisten a morir, pierden su funcionalidad y son responsables de uno de los procesos más temidos en nuestro organismo. Pero no todo es negativo. Te contamos lo bueno y lo malo que las células senescentes causan en nuestro cuerpo.

De los 30 billones de células que componen el cuerpo humano, más del 80% son glóbulos rojos o eritrocitos.

El cuerpo humano es un conglomerado de unos 30 billones de células, el componente básico de todos los seres vivos, que dan estructura al cuerpo, absorben los nutrientes de los alimentos y los convierten en energía, y realizan funciones especializadas.

Existen tres opciones posibles cuando una célula sufre un daño: o se recupera, o muere, o entra en senescencia. Este último es el término científico correcto para referirse a las células zombies, que son aquellas que se resisten a morir, pero que dejan de cumplir su función normal.

A pesar de su mala prensa, realizan un papel fundamental en la detección de enfermedades y también ayudan en la cicatrización de heridas. Y en algunos animales, como las salamandras, son las responsables del crecimiento de extremidades totalmente funcionales tras una amputación.

Sin embargo, con el paso del tiempo y su acumulación, también pueden volverse un peligro para nuestra salud.

No se reproducen, pero contagian

Como en esas películas de serie Z en la que los zombies son capaces de convertir a otros organismos, las células senescentes no pueden reproducirse, pero sí contagian a las que se encuentran a su alrededor.

Para evitar su total propagación y el colapso del organismo, emiten señales de alarma que atraen a los macrófagos, las células del sistema inmune encargadas de eliminarlas. Es lo que se conoce como respuesta proinflamatoria, que cesa cuando el daño ha sido reparado y el tejido se regenera.

Así, desde un punto de vista biológico, las células senescentes son fundamentales para advertir de anomalías en el funcionamiento de nuestro cuerpo y detener la proliferación celular descontrolada.

El ataque de las células zombies

La senescencia se propaga a medida que vamos envejeciendo. La acumulación de células zombies hace que los tejidos dejen de funcionar de manera normal y aparezcan signos característicos.

Por ejemplo, esas manchas en la piel que aparecen con la edad (lentigo senil) son causadas por células senescentes disfuncionales que producen un exceso de pigmentación. Cuando se extienden a sus células vecinas, forman las manchas que observamos sobre todo en manos y rostro.

La senescencia también es la responsable de la formación de arrugas por la pérdida de la función de elasticidad de las células epiteliales. Más allá de los signos estéticos, las células de los órganos internos también sufren esa disfuncionalidad, lo que produce el deterioro progresivo de los tejidos y la aparición de enfermedades crónicas. Estas son las más comunes.

Enfermedades cardiovasculares

Como por ejemplo la arterosclerosis, que es la acumulación de placas (ateromas) de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias, lo que hace que disminuya su luz.

Las células zombies dirigen el crecimiento de estas placas y las vuelven más inestables, con lo que corren el riesgo de romperse y que se desplazan a otros vasos donde terminan impidiendo el riego sanguíneo y provocando infartos cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Enfermedades neurodegenerativas

Cuando existen enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, las células senescentes se acumulan en el cerebro. Las moléculas inflamatorias secretadas por ellas pueden contribuir al daño neuronal y la progresión de estas enfermedades.

Enfermedades pulmonares

La degradación crónica y las alteraciones en la reparación del tejido pulmonar que causan la acumulación de células senescentes, también son las responsables del desarrollo de enfermedades como la fibrosis pulmonar y el enfisema.

Enfermedades articulares

Las células zombies también tienen un papel en enfermedades articulares, como la osteoartritis. Su acumulación en el tejido articular contribuye a la inflamación crónica y al deterioro del cartílago, provocando la degeneración de las articulaciones.

Cáncer

Este es un caso peculiar. En una primera fase, las células senescentes tienen un papel protector frente a esta enfermedad al detener la proliferación celular descontrolada y avisar de la aparición de células mutadas o dañadas.

Pero en estadios más avanzados, cuando su acumulación ya es importante, las células zombies pueden promover el desarrollo y progresión de ciertos tipos de cáncer.

¿Qué podemos hacer para evitar la acumulación de células zombies en nuestro organismo?

La ciencia está avanzando en el conocimiento de las células senescentes y en el desarrollo de fármacos denominados “senolíticos”, capaces de inducir su muerte pero que aún no pueden activar por sí solos los procesos de regeneración tisular. Por eso, por el momento, el mejor modo para evitar la acumulación en nuestro organismo de células zombies es prevenir su aparición.

Minimizando el daño celular y prolongando la salud de los tejidos, también se disminuye la generación de células senescentes. Y podemos hacerlo mediante acciones muy sencillas relacionadas con nuestro estilo de vida.

Evitar el tabaco

Los cigarrillos contienen sustancias oxidantes que dañan las células, produciendo inflamación crónica y la pérdida de elasticidad de las vías aéreas y los vasos sanguíneos.

La Asociación Española Contra el Cáncer recuerda que sobran los motivos para dejar de fumar.

Además de que está probada su relación con la aparición de distintos tipos de cáncer.

Protegerse de la radiación ultravioleta

Es imprescindible utilizar protector solar a diario, pues está científicamente comprobado que la radiación ultravioleta (UV) provoca senescencia a las células de la piel.

Además, las células dañadas pueden volverse cancerígenas, un riesgo que aumenta con la edad, cuando la reparación de las células dañadas se vuelve deficiente.

Tomarse la tensión con regularidad

Un nivel elevado de la presión arterial daña las células de los vasos sanguíneos, volviéndolos más rígidos y estrechos. Esto es especialmente peligroso cuando lleva al bloqueo de aquellos que riegan órganos como el corazón y el cerebro.

Más frutas y verduras

Ingerir diariamente alimentos que contienen sustancias que frenan el daño oxidativo de las células y que, además, tienen propiedades antiinflamatorias y pro-regenerativas, es una excelente estrategia de prevención de acumulación de células zombies.

Algunos de los más potentes con propiedades antioxidantes son el brócoli, los arándanos, la zanahoria, el tomate, la uva, el té verde, el kiwi, el pimiento rojo y la almendra.

Mueve tu cuerpo

Realizar actividad física obliga a nuestras células a adaptarse a la sobrecarga de trabajo incrementando sus defensas antioxidantes. Es decir, hacer deporte entrena a nuestras células para enfrentarse a posibles daños futuros.

En resumen, muchos de los daños que producen la acumulación de las células zombies son evitables. Prolongar nuestra buena salud, también está en nuestras manos.