Día Mundial del Hambre: sembrar resiliencia para acabar con la hambruna, de una vez y para siempre
Cada 28 de mayo se conmemora el Día Mundial del Hambre, una oportunidad para que cada uno de nosotros haga su parte para terminar con el hambre en el mundo.

Como una forma de visibilizar la crisis alimentaria mundial, en 2011 y por iniciativa de The Hunger Project (THP), organización internacional sin fines de lucro que trabaja para acabar con el hambre de manera sostenible en África, el sur de Asia y América, cada 28 de mayo se celebra el Día Mundial del Hambre.
THP tiene la finalidad de crear conciencia acerca la crónica situación alimentaria que afrontan millones de personas en el mundo, especialmente en zonas y regiones con pobreza extrema. Pero no se trata solamente de carencias en materia de alimentación, también se involucra en las carencias relacionadas con la educación, la atención a la salud y la seguridad.
THP promueve soluciones sostenibles al hambre en el mundo para poder declarar "un planeta libre de hambre", abordando con un enfoque holístico los problemas centrales vinculados al hambre, forjando alianzas efectivas con los gobiernos locales.
El hambre: un problema global
Los modelos de caridad, impulsados desde arriba y basados en la ayuda, no logran generar un cambio duradero en la vida de quienes lo necesitan. Para lograr una solución sostenible al hambre mundial, THP promueve apoyar a quienes lo padecen por medio del acceso a la educación y herramientas que fomenten la autosuficiencia.

Es que a nivel mundial el sistema alimentario actual no satisface las necesidades de más de 2.400 millones de personas, prácticamente un tercio de los 8.000 millones de humanos que habitamos el planeta. Esta situación disfuncional afectará potencialmente a las generaciones futuras, ya que el hambre genera desnutrición y retrasos en el crecimiento de los niños, impactando en su desarrollo físico, emocional y social.
Por esto es de vital importancia generar soluciones efectivas para combatir el hambre, mediante la actuación oportuna y conjunta de los gobiernos del mundo, a fin de otorgar a las personas las herramientas y los recursos necesarios para cubrir los derechos humanos fundamentales consagrados en las leyes, tales como el acceso a la alimentación, salud, justicia social, educación y viviendas dignas. Ello contribuirá significativamente a erradicar el hambre y la pobreza en el mundo.
Los números del hambre
Alrededor de 733 millones de personas pasaron hambre en 2023, lo que equivale a una de cada 11 personas en el mundo y una de cada cinco en África, según el último Informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), un reporte publicado en julio de 2024 por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas (ONU).

Según este informe, el mundo está muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2, “Hambre cero”, para 2030. El informe demuestra que el mundo ha retrocedido 15 años, con niveles de subalimentación comparables a los de 2008-09.
Un número alarmante de personas sigue enfrentándose a la inseguridad alimentaria y la malnutrición, ya que los niveles mundiales de hambre se han estancado durante tres años consecutivos, con unos 733 millones de personas subalimentadas en 2023, cerca de 152 millones más que en 2019. El hambre agudo afectó a más de 280 millones de personas en 59 países y territorios en 2023.

Las tendencias regionales varían notablemente: el porcentaje de la población que padece hambre sigue aumentando en África (20,4 %), permanece estable en Asia (8,1 %), región que alberga a más de la mitad de las personas que padecen hambre en el mundo, y muestra progresos en América Latina (6,2 %), representando cerca de 20 millones de personas en nueve naciones. De 2022 a 2023, el hambre aumentó en Asia occidental, el Caribe y la mayoría de las subregiones africanas.
De mantenerse las tendencias actuales, unos 582 millones de personas estarán crónicamente subalimentadas en 2030, la mitad de ellas en África.
El hambre y el cambio climático están profundamente conectados
La ONU identifica tres detonadores mayores de las crisis de hambre: los conflictos, que asolan a 20 países y tienen a 135 millones de personas con hambre; los eventos climáticos extremos, responsables del hambre de unos 57 millones de personas; y los embates económicos que causan el hambre de 75 millones de personas en 18 países.

Las mujeres y los niños son los más perjudicados por las crisis de hambre, con más de 36 millones de menores de cinco años gravemente desnutridos en 32 países, de acuerdo con la ONU. Además, la prevalencia de anemia en mujeres de 15 a 49 años ha aumentado, y afecta casi al 30 % de ellas en todo el mundo, lo que equivale a 571 millones.

El cambio climático intensifica los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y olas de calor, eventos que interrumpen la producción agrícola, lo que reduce el rendimiento de los cultivos y aumenta el precio de los alimentos. A medida que suben los precios de los alimentos, las dietas nutritivas se vuelven menos asequibles, especialmente para las poblaciones vulnerables.
En 2022, más de 343 millones de personas en 74 países experimentaron inseguridad alimentaria aguda, una situación agravada por las interrupciones en la cadena de suministro provocadas por el clima.
Sembrando resiliencia
Pese a este sombrío panorama, hay esperanza. La Agricultura Climáticamente Inteligente (ACI), mediante técnicas como cultivos resistentes a la sequía y una mejor gestión del suelo, puede aumentar la producción hasta en un 30 %, incluso en las regiones más vulnerables al clima. Si se generalizan las prácticas ACI, los sistemas alimentarios serán más resilientes y capaces de alimentar a poblaciones en crecimiento a pesar de las crisis climáticas.

Las mujeres son fundamentales en estos esfuerzos, ya que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) producen hasta el 80 % de los alimentos en muchos países en desarrollo. Empoderar a las agricultoras con acceso a recursos, capacitación y mercados puede aumentar la producción de alimentos y construir economías locales más resilientes.
En el Día Mundial del Hambre, ayudemos a sembrar las semillas de un futuro más resiliente, en el que los agricultores estén equipados para adaptarse al cambio climático y las comunidades puedan prosperar frente a la adversidad.