La isla de Sicilia que casi nadie visita y tiene playas caribeñas protegidas por la UNESCO
La isla se caracteriza por una costa rocosa y escarpada, formada por espléndidas calas rocosas, acantilados con vistas al mar y piscinas naturales que parecen esculpidas por la naturaleza.

En el corazón del Mediterráneo, a medio camino entre Sicilia y Túnez, se encuentra una joya naturalista que cautiva a los pocos afortunados que la descubren. Se trata de Pantelleria, conocida como la perla negra del Mediterráneo.
Esta isla, alejada de los circuitos turísticos masivos, ofrece una experiencia única, hecha de paisajes salvajes, aguas cristalinas que evocan el Caribe y un patrimonio cultural y natural protegido por la UNESCO.
Pantelleria es un lugar donde la naturaleza reina por excelencia, el tiempo parece detenerse y cada rincón cuenta una historia de antiguas tradiciones y belleza inmaculada. Por eso, cada vez más turistas, en busca de autenticidad, se enamoran perdidamente de ella.
Una isla azotada por el viento que se ha mantenido salvaje y virgen
La isla se caracteriza por una costa rocosa y escarpada, compuesta por espléndidas calas rocosas, acantilados con vistas al mar y piscinas naturales que parecen esculpidas por la naturaleza. Su origen volcánico, evidenciado por la última erupción submarina en 1891, le otorga paisajes únicos, con fumarolas, aguas termales e incluso un pequeño lago volcánico.

El punto más alto, la Montagna Grande, a unos 836 metros sobre el nivel del mar, está dominado por un denso matorral mediterráneo que se alterna con pinos, viñedos, olivares y muros de piedra seca. Desde aquí, en días despejados, se puede admirar la costa tunecina.
Según una antigua leyenda, Venus se contempló allí antes de encontrarse con Baco y aún hoy los visitantes pueden disfrutar de baños regeneradores y tratamientos naturales con barros sulfurosos.
Patrimonio de la UNESCO: la parra joven y los muros de piedra seca
Pantelleria es una isla que convive en simbiosis con el hombre, y sus tradiciones agrícolas son un ejemplo extraordinario de adaptación al medio ambiente. En 2014, la UNESCO reconoció el cultivo de la vid alberello de Zibibbo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Este método, que consiste en cultivar vides en huecos excavados en el suelo para protegerlas del viento y recoger el rocío, es un arte antiguo que produce el famoso Passito di Pantelleria, un vino dulce conocido como el néctar de los dioses.
Incluso los muros de piedra seca que caracterizan el paisaje de Pantelleria fueron incluidos en el Registro Nacional de Paisajes Rurales Históricos en 2018 y son candidatos de la UNESCO.

Estas estructuras, construidas sin mortero, además de delimitar el terreno, protegen los cultivos de fuertes vientos, como el siroco y el mistral, y favorecen la conservación del suelo. Los Giardini Panteschi, construcciones circulares de piedra volcánica que protegen los cítricos, son otro ejemplo del ingenio local.
¿Por qué los turistas se enamoran de Pantelleria?
Además de su naturaleza virgen y su hermoso paisaje, Pantelleria también cautiva a los turistas con su gastronomía local. Con influencias de las culturas árabe, griega e italiana, ofrece platos como el pesto pantesco (elaborado con tomates crudos, ajo, albahaca y chile), la ensalada pantesca con alcaparras locales y el cuscús, un legado de influencias norteafricanas.
La isla también es un paraíso para los amantes de la aventura. El Parque Nacional ofrece más de 500 km de rutas de senderismo y ciclismo de montaña, que conducen a lugares como Favara Grande, una fumarola que emite vapores sulfurosos, o Sesi Archeologico, un yacimiento prehistórico con tumbas megalíticas que datan de hace 5.000 años.
Para los amantes del mar, un paseo en barco es imprescindible. A lo largo de la costa de Pantelleria, se pueden encontrar cuevas marinas, farallones y encuentros con tortugas o delfines que hacen de la experiencia algo inolvidable.