Incógnitas astronómicas: ¿Venus esconde asteroides peligrosos?

Investigadores alertan sobre asteroides que orbitan junto a Venus, invisibles para nuestros telescopios con simulaciones recientes sugieren que podrían representar una amenaza real para la Tierra en el futuro próximo.

El origen del anillo de polvo de Venus es un grupo de asteroides coorbitales nunca antes detectados. Créditos: Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA/Mary Pat Hrybyk-Keith

Aunque se conocen 20 asteroides que comparten órbita con Venus, la mayoría tienen trayectorias muy excéntricas. Esos objetos, invisibles hasta ahora, podrían tener órbitas más circulares, lo cual aumenta la incertidumbre sobre su peligrosidad.

Los asteroides coorbitales de Venus se encuentran en una especie de danza gravitacional con el planeta, incluso algunos adoptan formas de herradura, otros giran en torno a los puntos de Lagrange L4 y L5, y aunque esa resonancia evita colisiones con Venus, no los aleja de la Tierra, especialmente si su órbita cruza la nuestra.

Simulaciones muestran que algunos de estos cuerpos pueden acercarse a menos de 0.0005 unidades astronómicas de nuestro planeta, una distancia muy pequeña en términos astronómicos. Si tienen más de 140 metros de diámetro, ya pueden ser clasificados como asteroides potencialmente peligrosos (PHA, por sus siglas en inglés).

Un impacto de uno de estos objetos, como los analizados en el estudio, podría liberar entre 1.5 y 4.1 millones de toneladas de TNT, lo que bastaría para destruir una ciudad entera o generar tsunamis si cayera en el océano: un evento de nivel 8 en la escala de Turín.

La dificultad de ver lo que se esconde

La explicación más probable de por qué no los hemos visto antes, es gracias a un sesgo observacional, pues los asteroides de baja excentricidad rara vez se acercan a la Tierra y se mantienen cerca del resplandor solar, haciéndolos casi imposibles de detectar con telescopios terrestres convencionales.

Utilizando modelos como NEOMOD3, los científicos descartaron la idea de que se formen menos asteroides con órbitas circulares, por el contrario, las simulaciones muestran que debería haber muchos cerca de Venus. Es decir que el problema no es su ausencia, sino nuestra incapacidad para verlos debido a sus trayectorias.

El Observatorio Vera C. Rubin, en Chile, podría ayudar a detectarlos en condiciones muy específicas: justo antes del amanecer o después del atardecer, con elevaciones mayores a 20° y magnitudes aparentes por debajo de 23.5, pero debemos tomar en cuenta que estas ventanas de observación son breves y poco frecuentes.

Además, los asteroides con órbitas más inclinadas o más excéntricas resultan más visibles, lo que ha producido una falsa percepción de que todos los asteroides cercanos a Venus son así, mientras que la realidad podría ser mucho más preocupante: existe toda una población invisible que aún no hemos rastreado.

Simular lo que aún no vemos

Para investigar más a fondo, los científicos crearon modelos que simulan cientos de asteroides ficticios con distintas órbitas cercanas a Venus, usando un enfoque semi-analítico combinado con integraciones numéricas a largo plazo para observar cómo podrían evolucionar y acercarse a la Tierra.

Las simulaciones cubrieron un período de 36,000 años, el triple de un ciclo orbital típico de estos cuerpos y se analizó su comportamiento con distintos niveles de excentricidad e inclinación, encontrando que los objetos con baja excentricidad y baja inclinación tienden a tener más encuentros cercanos con la Tierra.

Los astrónomos están descubriendo más asteroides en órbita alrededor de Venus, lo que representa una amenaza para la Tierra. Crédito: NASA/LPI

A partir de estos resultados, se evaluó cuántas veces serían visibles desde Tierra con condiciones ideales. El porcentaje de visibilidad fue mayor para objetos más excéntricos, confirmando que nuestra capacidad de detección está sesgada y además, la inclinación, curiosamente, no afectó tanto la visibilidad como se esperaba.

Este trabajo también reveló que algunos de estos objetos simulados podrían alcanzar niveles de luminosidad suficientes para ser detectados desde observatorios modernos... si es que sabemos dónde y cuándo mirar, pero en muchos de los casos, esos momentos ideales ocurren durante breves lapsos del año.

Una nueva frontera: buscar desde Venus

Dado que las observaciones terrestres están limitadas por la atmósfera, se está considerando usar sondas espaciales en órbitas cercanas a Venus. Simulaciones desde una órbita hipotética en el ecuador de Venus mostraron condiciones mucho más estables y predecibles para observar asteroides coorbitales.

Una de las ideas más prometedoras es la misión CROWN, que plantea usar una constelación de siete sondas: una nodriza y seis telescopios. Aparatos que se ubicarían estratégicamente en órbitas similares a la de Venus, con vistas alejadas del Sol, esperando que puedan detectar hasta el 94% de los objetos en esa región.

También se han propuesto misiones como NEO Surveyor, cuyo lanzamiento podría ocurrir después de 2027. Esta sonda estaría en una órbita alrededor del punto L1 entre la Tierra y el Sol, permitiendo observaciones con elongaciones solares pequeñas, justo donde suelen esconderse estos asteroides.

La ciencia ya tiene claro que para entender mejor los riesgos cósmicos, debemos mirar desde otras perspectivas y observar desde Venus (o cerca del planeta), podría ser la clave para encontrar esa población oculta de asteroides que, hasta ahora, permanece invisible y con una peligrosidad potencialmente alta.