Investigaciones de la NASA revelan secretos ocultos sobre el interior de la Luna

Usando gravedad y sin necesidad de aterrizar, científicos descubren contrastes estructurales clave que desafían teorías previas y abren nuevas posibilidades en la exploración espacial para entender otros cuerpos en el Sistema Solar.

Esta concepción artística muestra el interior caliente de la Luna y su vulcanismo hace unos 2000 a 3000 millones de años. Crédito: NASA/JPL-Caltech

La gravedad no sólo mantiene a los planetas en órbita; también guarda pistas sobre su interior. Usando análisis de sus trayectorias, astrónomos mapearon variaciones gravitacionales que indican diferencias internas, técnica que permite estudiar mundos lejanos sin necesidad de aterrizajes complejos y costosos.

La NASA aplicó esta herramienta en dos cuerpos celestes muy distintos: la Luna y Vesta y aunque sus tamaños, historias y composiciones son diferentes, ambos han sido objeto de análisis detallado mediante estudios de campo gravitacional, encontrando pistas sobre su evolución y estructura profunda.

Al rastrear con precisión milimétrica los movimientos orbitales de sondas alrededor de estos objetos, los investigadores pueden deducir cómo está distribuida su masa. Esa distribución, a su vez, revela si un planeta o asteroide tiene núcleo, manto o si su interior es más uniforme de lo esperado.

Lo más fascinante es que esta técnica no requiere estar en la superficie, sólo con observar cómo afecta la gravedad a la sonda, se puede construir un mapa tridimensional del interior. Esta técnica abre nuevas puertas para entender muchos otros mundos del sistema solar sin misiones invasivas.

Vistas de la cara visible y la cara oculta de la Luna, obtenidas mediante observaciones realizadas por el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA. Crédito: NASA/JPL-Caltech

La Luna bajo lupa: flexión y vulcanismo

El primer estudio, publicado en Nature, se centró en la Luna y utilizó datos de la misión GRAIL, que orbitó nuestro satélite en 2011 y 2012, los científicos construyeron el mapa gravitacional más detallado hasta la fecha, lo que permitió estudiar cómo se deforma debido a la gravedad terrestre.

Este fenómeno, llamado deformación por marea, ocurre porque la Luna no gira en una órbita perfectamente circular, esa ligera variación reveló cómo se comportan las dos caras del satélite: la cara visible se deforma más que la oculta, lo que sugiere una composición interna desigual entre ambos hemisferios.

Esa diferencia apoya la teoría de que la cara cercana vivió un episodio volcánico intenso, se cree que el calor de elementos radiactivos acumulados en el manto provocó que grandes cantidades de lava emergieran, formando las llanuras oscuras conocidas como "mares" que dominan el paisaje lunar visible desde la Tierra.

Este descubrimiento no sólo nos ayuda a entender el pasado volcánico lunar, sino que también mejora las herramientas de navegación futura en su superficie. Un modelo gravitacional más preciso permitirá misiones más exactas, tanto tripuladas como robóticas, en futuras exploraciones hacia la Luna y su posible colonización.

Vesta: el asteroide que desconcierta

El segundo estudio, publicado en Nature Astronomy, se enfocó en Vesta, un gran asteroide del cinturón principal entre Marte y Júpiter. Los datos de la misión Dawn, que orbitó Vesta entre 2011 y 2012, revelaron que este cuerpo no es tan estructurado como se pensaba.

Se esperaba encontrar capas diferenciadas: una corteza, un manto e incluso un núcleo metálico pero los análisis del momento de inercia, que refleja cómo se distribuye la masa al rotar, mostraron que Vesta es sorprendentemente homogéneo y su masa parece estar distribuida casi por igual, sin una separación clara de materiales.

La misión Dawn de la NASA obtuvo esta imagen del asteroide gigante Vesta el 24 de julio de 2011. Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA

Esto desafía teorías previas que consideraban a Vesta como un ejemplo de cuerpo diferenciado en su etapa temprana, sin embargo, los resultados sugieren que puede haberse formado de forma distinta, o incluso ser el remanente de una colisión masiva entre objetos primitivos del sistema solar temprano.

Además, el hallazgo genera nuevas preguntas sobre cómo se forman los núcleos en cuerpos pequeños ya que la ausencia o pequeño tamaño de un núcleo metálico obliga a reconsiderar cómo el calor, la presión y los materiales pesados se comportan en asteroides, por lo que Vesta podría ser menos planetario de lo que pensábamos.

Más allá de la Luna y Vesta

Ambos estudios fueron liderados por Ryan Park, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL). Su equipo también ha utilizado esta técnica para estudiar a Ceres y a Io, la luna volcánica de Júpiter y en todos los casos, la gravedad se convierte en una especie de "rayos X" planetarios.

Para Ceres, los datos sugerían una estructura parcialmente diferenciada, mientras que para Io, el análisis indicó que probablemente no tiene un océano global de magma, como se pensaba. Todo esto se descubrió sin tocar la superficie, simplemente analizando la atracción gravitacional y cómo afecta la trayectoria de una sonda.

Es por esto que esta técnica se perfila como una herramienta clave para futuras misiones planetarias y puede aplicarse a cuerpos sin atmósfera, como asteroides, o a lunas heladas que serían difíciles de perforar, además, evita riesgos y costos de aterrizajes, haciendo la exploración más eficiente y segura.

Con cada nueva aplicación, la gravedad demuestra ser una aliada fundamental para la exploración espacial, desde asteroides hasta lunas, pasando por planetas lejanos, el estudiar su campo gravitacional puede revelarnos secretos que de otra forma permanecerían ocultos durante siglos.