Día del Asteroide: repasamos los tres objetos celestes más peligrosos monitoreados por los astrónomos de la NASA y ESA
Cada 30 de junio conmemoramos el Día del Asteroide, fecha dedicada a concienciar sobre el papel de estos cuerpos celestes en la historia de nuestro planeta, y sobre la importancia de la ciencia y la tecnología para proteger a la Tierra de posibles impactos.

Es un día para recordar que, si bien la inmensidad del espacio puede parecer benigna, está repleta de rocas espaciales que, de vez en cuando, cruzan nuestras trayectorias orbitales. La vigilancia de estos "visitantes" es una tarea primordial para agencias como la NASA, que monitorean incansablemente miles de objetos cercanos a la Tierra (NEOs, por sus siglas en inglés) en busca de aquellos que representan un riesgo potencial.
En la vasta bóveda celeste, un puñado de asteroides capturan la atención prioritaria de los científicos. No se trata de una alarma inminente, sino de una gestión proactiva del riesgo, un escrutinio detallado de las órbitas de aquellos cuerpos que, en algún punto futuro, podrían acercarse de manera significativa a nuestro planeta.
A continuación, te contamos sobre los tres asteroides que, por diversas razones (ya sea su tamaño, su trayectoria o el grado de incertidumbre en sus futuras aproximaciones), se encuentran (o encontraron), bajo el escrutinio más intenso de la comunidad científica de la NASA.
Bennu: un fragmento primitivo con historias por contar
101955 Bennu, un asteroide tipo B de unos 500 metros de diámetro, es otro de los objetos celestes bajo estrecha vigilancia. Bennu ya ha sido objeto de una misión dedicada: la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA, que lo visitó entre 2018 y 2020, recolectó una muestra de 121 gramos de polvo y rocas de su superficie, esta muestra arribó exitosamente a la Tierra el 24 de septiembre del 2023 y ya brindó mucha información clave y la se continúa analizando.

La principal razón por la que Bennu se considera "peligroso" (PHA) o de alto interés, no es por una probabilidad de impacto inminente, sino por una probabilidad muy baja pero no nula de impacto futuro.
Aunque la probabilidad acumulada de impacto en los próximos siglos es extremadamente pequeña (aproximadamente 1 entre 2700 hasta el año 2200), Bennu es actualmente el asteroide con la probabilidad de impacto más alta conocida para los próximos 300 años. Este nivel de precisión es el resultado directo de la cercanía y el estudio exhaustivo que permitió la misión, lo que demuestra la importancia de las misiones de reconocimiento para refinar las predicciones orbitales. Los datos de OSIRIS-REx son cruciales para entender no solo el riesgo, sino también la historia del sistema solar primitivo.
(153814) 2001 WN5: el retrato de la incertidumbre
Otro asteroide en la mira es el (153814) 2001 WN5, representa un ejemplo de los objetos que requieren un monitoreo constante debido a la incertidumbre inherente en sus trayectorias a largo plazo. Con un diámetro estimado de casi un kilómetro, este NEO es significativamente más grande que Bennu, lo que lo convierte en un objeto de mayor preocupación en caso de un impacto.
Si bien no hay riesgo de impacto en el futuro previsible, 2001 WN5 es un buen ejemplo de un asteroide cuyo monitoreo es crucial debido a las características de su órbita. Se espera que realice un acercamiento relativamente cercano a la Tierra el 26 de junio de 2028, pasando a solo unos 248 mil kilómetros de nuestro planeta, a una velocidad de 10 mil km/s.

Este sobrevuelo, aunque seguro, es lo suficientemente cercano como para permitir a los astrónomos obtener mediciones más precisas de su posición y velocidad, lo que a su vez refinará los cálculos de su órbita futura. La gran distancia y la menor cantidad de observaciones detalladas disponibles, en comparación con Bennu, hacen que cualquier pequeña desviación en su trayectoria sea más significativa en las proyecciones a largo plazo, de ahí la necesidad de una vigilancia constante para reducir la incertidumbre y descartar cualquier riesgo futuro.
Apophis: el recordado gigante de la década del 2020
Pocos asteroides han generado tanta expectación y titulares como el asteroide 99942 Apophis. Fue descubierto en 2004, este asteroide de aproximadamente 340 metros de diámetro se ganó rápidamente una reputación debido a los cálculos iniciales que sugerían una posibilidad, aunque remota, de impacto con la Tierra en 2029. Esa fecha, por supuesto, ha sido descartada gracias a observaciones más precisas y estudios orbitales detallados. Sin embargo, Apophis no ha abandonado por completo la lista de objetos de interés.
La razón de su monitoreo continuo radica, no en un impacto directo, pero sí en un encuentro cercano que ocurrirá dentro de cuatro años. El 13 de abril de 2029, Apophis pasará a solo 31 mil kilómetros de la superficie de la Tierra, una distancia más cercana que la órbita de algunos satélites geoestacionarios. Si bien no hay riesgo de impacto en ese momento, este sobrevuelo proporcionará una oportunidad única para estudiar de cerca un asteroide de este tamaño, ofreciendo datos cruciales para comprender mejor su composición, estructura y comportamiento.

Los científicos estarán pendientes de cómo la gravedad terrestre afectará su trayectoria, lo que es vital para predecir con mayor precisión sus futuros acercamientos, incluyendo un posible (y aún muy improbable) encuentro con la Tierra en el año 2068, un escenario que se ha ido descartando con cada nueva observación, pero que sigue siendo parte de los cálculos a largo plazo.
Lo científicos no olvidan al asteroide 2024 YR4
Cuando se descubrió el asteroide 2024 YR4, se estimó que tenía una probabilidad muy pequeña de impactar con la Tierra el 22 de diciembre de 2032. Después de más observaciones, la NASA concluyó que no representa un riesgo de impacto significativo para la Tierra en 2032 y más allá.
Nuevas observaciones infrarrojas del Telescopio Espacial James Webb de la NASA han reducido la incertidumbre sobre el tamaño del asteroide, y se estima que 2024 YR4 mide entre 53 y 67 metros, aproximadamente el tamaño de un edificio de 15 plantas.

Este objeto es de particular interés para la defensa planetaria por dos razones: 1) es lo suficientemente grande como para causar daños localizados en el improbable caso de que impactara la Tierra; y 2) superó el umbral de probabilidad de impacto del 1% para justificar la notificación formal del objeto a otras agencias del gobierno de los EE. UU. involucradas en la defensa planetaria, así como al Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales y a la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas, según la carta de notificación de la Red Internacional de Alerta de Asteroides.
¿Cómo se mide la peligrosidad de un asteroide?
Según la NASA, un asteroide se considera potencialmente peligroso cuando tiene más de 150 metros de diámetro y puede acercarse a menos de 0.05 unidades astronómicas (UA) de la Tierra, lo que equivale aproximadamente a 7.480.000 kilómetros.
Una vez considerados potencialmente peligrosos, los asteroides también se clasifican según el riesgo de impacto que presentan. Para ello, los astrónomos utilizan dos escalas:
Escala de Palermo, prioriza el riesgo de los objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) en función de la fecha potencial de impacto, la energía que chocaría contra el planeta y la probabilidad de impacto, explica la NASA. Los valores inferiores a -2 en la Escala de Palermo reflejan sucesos sin consecuencias probables, los comprendidos entre -2 y 0 indican situaciones que justifican una vigilancia cuidadosa, y los valores positivos suelen indicar situaciones que justifican cierto nivel de preocupación.

Escala de Torino, adoptada por la Unión Astronómica Internacional en 1999. Según la ESA, esta escala va de 0 a 10, está codificada por colores asociados y está destinada principalmente a facilitar la comunicación pública del seguimiento del peligro de impacto de asteroides. Capta la probabilidad y las consecuencias de un posible impacto, pero no tiene en cuenta el tiempo restante hasta la posible colisión. Cuanto más alarmantes sean los acontecimientos, mayor será el valor en la Escala de Torino. A partir de estas evaluaciones, algunos cuerpos celestes llaman la atención y se incluyen en la Lista de Riesgo de la ESA para ser vigilados más de cerca.
La ciencia al servicio de la protección planetaria
El Día del Asteroide es un recordatorio de que vivimos en un vecindario cósmico dinámico. La vigilancia y el estudio de asteroides como Apophis, Bennu y (153814) 2001 WN5, y otros, no son meros ejercicios académicos, sino elementos fundamentales de la protección planetaria.
A través de la astronomía observacional, las misiones espaciales y los avanzados modelos computacionales, los científicos de la NASA, la ESA, y de otras agencias espaciales, están trabajando incansablemente para comprender mejor a estos objetos y, si fuera necesario en el futuro lejano, desarrollar estrategias para mitigar cualquier amenaza.
La ciencia nos equipa con el conocimiento necesario para navegar el universo con mayor seguridad, asegurando que nuestro planeta siga siendo un refugio seguro para las generaciones venideras.