La importancia de las dunas en las playas, un baluarte natural para defender las playas de la erosión costera
Las dunas actúan como una barrera física, absorbiendo la energía de las olas y reduciendo el impacto de las mareas de tormenta en las zonas del interior.

Las dunas de arena son mucho más que simples acumulaciones de sedimentos en las costas; representan un elemento fundamental de los ecosistemas costeros, desempeñando un papel crucial en la protección de playas y zonas del interior de la erosión y los efectos del cambio climático.
En un momento en que el aumento del nivel del mar y las tormentas cada vez más intensas amenazan las zonas costeras, comprender y preservar las dunas es una prioridad para la sostenibilidad ambiental.
¿Cómo se forman las dunas?
Las dunas costeras son dunas de arena naturales creadas por la acción combinada del viento y las olas. La arena transportada por las corrientes marinas se deposita en la playa y, gracias al viento, adquiere estructuras que pueden variar en altura y forma.
La vegetación, como las praderas de arena u otras plantas psamófilas, desempeña un papel esencial en la consolidación de las dunas, atrapando la arena con sus raíces y evitando su dispersión.
Una barrera natural contra la erosión
La erosión costera es un fenómeno natural acelerado por la actividad humana y el cambio climático. Las olas, las mareas y las tormentas pueden erosionar las playas, arrastrando arena y poniendo en peligro la infraestructura, las viviendas y los hábitats naturales.

Las dunas actúan como una barrera física, absorbiendo la energía de las olas y reduciendo el impacto de las mareas de tempestad en las zonas del interior. Durante fenómenos extremos, como huracanes o tormentas, las dunas pueden sacrificar parte de su arena para proteger lo que se encuentra tras ellas, demostrando ser un sistema de defensa dinámico y eficaz
Un ecosistema rico pero frágil
Más allá de su función protectora, las dunas albergan un ecosistema único, con especies vegetales y animales adaptadas a condiciones extremas de aridez y salinidad. Esta biodiversidad contribuye a la estabilidad de las propias dunas; las plantas, por ejemplo, no solo fijan la arena, sino que también promueven la acumulación de nuevos sedimentos, permitiendo que las dunas se regeneren con el tiempo.
Para combatir la erosión, muchas localidades costeras están redescubriendo la importancia de preservar y restaurar las dunas. Una de las estrategias más eficaces es la renaturalización, mediante la plantación de especies autóctonas para estabilizar la arena y fomentar el crecimiento de las dunas.
Un reto para el futuro
A pesar de su valor, las dunas a menudo se descuidan o destruyen para dar paso a complejos turísticos, carreteras o edificios. El cambio climático, con la creciente frecuencia de fenómenos extremos, hace aún más urgente su conservación.

Invertir en la protección de las dunas no solo implica proteger las costas de la erosión, sino también preservar un patrimonio natural que ofrece beneficios ecológicos, económicos y paisajísticos.
En definitiva, las dunas representan una solución natural y resiliente a los desafíos de la erosión costera. Reconocer su importancia y promover su protección es fundamental para garantizar la salud de nuestras playas y la seguridad de las comunidades que dependen de ellas.