Un polvo para limpiar el desastre: el nuevo material que atrapa residuos radiactivos eternos
En Corea del Sur desarrollaron un material que promete hacerle frente al yodo-129, uno de los contaminantes radiactivos más persistentes y peligrosos. El hallazgo combina inteligencia artificial, ciencia de materiales y una urgencia ambiental imposible de ignorar.

¿Qué hacer con un residuo radiactivo que puede durar millones de años? No es el comienzo de una novela de ciencia ficción, sino uno de los dilemas más reales que enfrentan hoy quienes trabajan en la gestión de este tipo de residuos. Entre ellos, el yodo-129 ocupa un lugar especial: un isótopo tan resistente que parece diseñado para quedarse. Pero un equipo del Instituto KAIST, en Corea del Sur, acaba de encontrar una posible solución que merece atención mundial.
El avance viene en forma de un material adsorbente, una especie de "polvo inteligente" que no solo atrapa al yodo-129 en agua y aire, sino que lo hace con una eficacia que supera a los métodos tradicionales, incluso aquellos basados en metales preciosos como la plata.
Para entender la magnitud del problema, hace falta conocer al enemigo. El yodo-129 es un subproducto de las reacciones nucleares y tiene una vida media de más de 15 millones de años. Una vez liberado al ambiente, ya sea por accidentes como Chernóbil o Fukushima, o por operaciones normales de plantas nucleares, puede entrar en contacto con los organismos vivos, acumularse en la tiroides y causar trastornos graves, desde enfermedades endocrinas hasta cáncer.
En agua, este elemento suele presentarse como yodato (IO₃⁻), una forma difícil de atrapar. Los materiales que se usan actualmente para retenerlo no alcanzan buenos resultados, sobre todo cuando se requiere limpiar grandes volúmenes con alta eficiencia.
Ciencia + IA: una dupla poderosa
La propuesta de los ingenieros surcoreanos se apoya en una combinación poco usual: ciencia de materiales e inteligencia artificial. En vez de probar miles de fórmulas posibles al azar, entrenaron un modelo de aprendizaje automático que permitió predecir combinaciones más prometedoras entre distintos elementos.

De millones de variantes posibles, pasaron a solo unas pocas docenas, y entre ellas surgió una estrella: una mezcla precisa de cobre, cromo, hierro y aluminio, organizada en una estructura de hidróxidos dobles laminares.
El material no se limita a “atrapar” y desechar. Una de sus mayores ventajas es que permite tratar el agua contaminada para su posterior reutilización. Es decir: pasar de un recurso inutilizable y peligroso a uno nuevamente apto para uso humano o ambiental. Una especie de alquimia científica con impacto directo en la vida cotidiana de comunidades afectadas por radiación.
Si esta tecnología logra escalarse a nivel industrial, podría utilizarse en zonas afectadas por desastres nucleares pasados o futuros, así como en sitios donde los residuos radiactivos han quedado sin gestionar por décadas. Según los investigadores, ya están trabajando en productos aplicables en distintos contextos: desde sistemas de filtrado hasta soluciones portátiles para emergencias.
¿Y ahora qué?
El equipo del KAIST ya solicitó una patente en Corea y prepara su presentación internacional. Además, busca alianzas con empresas e instituciones para transformar este avance en una herramienta concreta de remediación ambiental. No es menor: en un mundo donde los residuos nucleares se acumulan sin una solución clara a largo plazo, contar con una estrategia efectiva puede marcar la diferencia entre un problema eterno y uno manejable.
Más allá de la noticia, este desarrollo pone en primer plano un debate que muchas veces queda fuera del radar: la gestión de los residuos nucleares. Aunque la energía nuclear suele promocionarse como “limpia” por su baja emisión de gases de efecto invernadero, deja una huella que puede persistir mucho más allá de cualquier planificación humana.
No hay magia que haga desaparecer la radiactividad. Pero sí hay ciencia, inteligencia y compromiso para reducir sus efectos y proteger a las generaciones futuras. La buena noticia es que, en este caso, el polvo no viene para tapar el problema, sino para empezar a limpiarlo en serio.
Referencia de la noticia:
Sujeong Lee, Juhwan Noh, Ho Jin Ryu, et.al. Discovery of multi-metal-layered double hydroxides for decontamination of iodate by machine learning-assisted experiments, Journal of Hazardous Materials