Tres plantas que florecen de noche y le dan encanto a tu jardín cuando baja el Sol
Especies que despiertan al atardecer, llenan el aire de perfumes suaves y convierten cualquier jardín en un escenario lleno de color y encanto.

Cae el Sol y para la mayoría de las especies llega el momento del repliegue y el descanso. Pero para algunas plantas, la noche es el momento de abrirse al mundo y de aportar color y misterio a los jardines.
Te presentamos tres especies que florecen con la Luna y justifican quedarse despierto un rato más.
La Don Diego de Noche que pinta el jardín al atardecer: Mirabilis Jalapa
Entre las flores nocturnas más comunes del país, pocas compiten con la Don Diego de Noche -también conocida como Bella de Noche o Mirabilis jalapa-, una herbácea originaria de México que se adapta a casi cualquier patio.
Crece en veredas, macetas amplias y rincones donde otras plantas se rinden rápido, gracias a un tubérculo subterráneo que se engrosa con el tiempo y le permite volver cada primavera, incluso después de un invierno frío.

Su gracia aparece en el horario: las flores se abren al final de la tarde y quedan desplegadas hasta la madrugada, para cerrarse apenas vuelven los primeros rayos de sol.
Los colores son un espectáculo irresistible: blancos, amarillos, rosados, fucsias y, a veces, varios tonos en una misma flor. Ese efecto no surge de una mutación aislada, sino de una característica propia de la especie, capaz de producir flores bicolores, jaspeadas o que cambian de tono con el paso de las horas.
Las corolas miden entre 3 y 5 centímetros y compensan el tamaño con abundancia y un perfume suave que llena el aire sin exagerar. En regiones templadas puede comportarse como perenne; en zonas de heladas fuertes la parte aérea desaparece en invierno, aunque el tubérculo suele resistir y rebrotar cuando sube la temperatura.
No pide demasiado: sol pleno o semisombra, riego moderado y un suelo con buen drenaje. A cambio, florece sin pausa desde fines de la primavera hasta los primeros días del otoño. Eso sí, conviene vigilarla un poco: produce muchas semillas y puede aparecer en lugares donde nadie la invitó. Para quienes buscan una flor nocturna rústica, abundante y fácil de cuidar, es una aliada perfecta para encender el jardín justo cuando el día empieza a apagarse.
Epiphyllum oxypetalum, la reina de la noche que abre una sola vez
En el universo de los cactus, pocos generan tanta expectativa como la reina de la noche. Epiphyllum oxypetalum es una especie originaria de las selvas cálidas de Centroamérica y parte del norte de Sudamérica, donde crece como epífita: se aferra a troncos y ramas con raíces aéreas, sin sacarles nutrientes, y aprovecha la humedad del ambiente y la materia orgánica que se acumula en la corteza.

Sus tallos planos y carnosos —que cumplen la función de hojas— ya anuncian que no es un cactus típico de desierto. Las flores, enormes y blancas, alcanzan entre 20 y 30 centímetros, tienen un perfume dulce y se abren cuando cae el Sol.
Puede prosperar en balcones luminosos, patios con sombra suave y ventanas con buena claridad pero sin sol directo. Le sienta bien un sustrato aireado -una mezcla para cactus con perlita o corteza- y riegos espaciados, mojando a fondo y dejando secar por completo antes de repetir.

Agradece la ventilación, la humedad ambiental y una maceta más ancha que profunda, porque sus raíces avanzan hacia los costados. Bien instalada, vive muchos años y cada tanto ofrece ese espectáculo fugaz que convierte una noche común en un pequeño acontecimiento.
Cestrum nocturnum, el arbusto fragante que perfuma todo el patio
Si lo que buscás es una planta cuyo sello sea el aroma, esta es imbatible. Cestrum nocturnum -conocida como dama de noche o galán de noche— es un arbusto originario del Caribe y parte de Centroamérica.
No llama la atención por sus flores, que son pequeñas, blancas o verdosas y algo discretas. Su encanto aparece al caer la tarde, cuando libera un perfume intenso, dulce y envolvente que llena el aire y convierte cualquier rincón en un jardín nocturno clásico.

Según el espacio y la poda puede medir entre 2 y 4 metros, y suele florecer por tandas durante la primavera, el verano y, en climas benignos, bien entrado el otoño. Agradece la semisombra o el sol suave, un suelo fértil y riegos regulares en los meses cálidos.
No lleva bien las heladas fuertes, así que en zonas frías conviene protegerlo o directamente cultivarlo en una maceta amplia para poder moverlo. Con el lugar adecuado vive muchos años y transforma el patio en un deleite aromático que se enciende cuando cae la noche.
Plantas que abren flores gigantes, cactus que trepan hasta encontrar la luz justa, arbustos que perfuman la noche como si fuera un ritual. Cada una tiene sus tiempos, sus caprichos y su encanto. Lo único que necesitan es un rincón con buena luz, un sustrato acorde y esa paciencia amable que se les da a las plantas que florecen a su propio ritmo. Cuando llega la noche, ellas hacen el resto.