Velatorio del Papa Francisco: cómo el clima de Roma influye en el embalsamado del cuerpo del pontífice
El papa Francisco está siendo velado durante tres días en el Vaticano ante miles de fieles. En un clima cálido y húmedo, el embalsamamiento fue clave para preservar su cuerpo sin signos de descomposición. Cómo es el meticuloso protocolo funerario papal, y qué tragedias del pasado marcaron su evolución.

Miles de fieles desfilan por la Basílica de San Pedro para despedirse del papa Francisco, fallecido a los 88 años tras sufrir un ictus cerebral y una posterior insuficiencia cardíaca. El cuerpo del pontífice permanecerá expuesto durante tres días en el corazón del Vaticano, en medio del calor y la humedad del clima romano.
Francisco será sepultado en la basílica de Santa María la Mayor, pero antes, su cuerpo es el centro de una compleja ceremonia fúnebre que demanda más que solemnidad. Las condiciones ambientales podrían acelerar la descomposición del cadáver, por lo que era imprescindible que se realizara un tratamiento especial antes de la exposición pública.
El delicado arte de preservar un cuerpo papal
El procedimiento se inició con la limpieza minuciosa del cuerpo, incluyendo la eliminación de bacterias, el afeitado del vello facial y la manipulación de los músculos para contrarrestar el rigor mortis, la rigidez cadavérica que aparece poco después de la muerte. Estos primeros pasos son cruciales para preparar el cuerpo antes de aplicar los químicos conservantes.
Aunque el protocolo exacto se mantiene en reserva, es probable que en el caso del papa Francisco se haya utilizado una técnica moderna que incluye el drenaje de la sangre y la inyección de una solución química compuesta por formaldehído, alcohol, agua y colorantes. Este tipo de embalsamamiento permite que el sistema circulatorio actúe como en una transfusión, desplazando la sangre coagulada y distribuyendo el fluido conservante por todo el cuerpo.
La ciencia detrás del embalsamamiento
El formaldehído cumple un rol esencial en el proceso: elimina bacterias y estabiliza las proteínas celulares, inhibiendo las enzimas que provocan la degradación del tejido. Esto no solo preserva el cuerpo para los días de velatorio, sino que también lo deja en condiciones óptimas para eventuales exhumaciones, algo habitual en los procesos de beatificación o canonización.
El rito del embalsamamiento en el Vaticano ha evolucionado con el tiempo, y no sin tropiezos. Uno de los episodios más recordados (y trágicos) fue el del papa Pío XII, en 1958.

Su médico personal, que improvisó un método bautizado como “ósmosis aromática”, omitió la extracción de órganos y colocó el cuerpo en una bolsa con hierbas y especias. El resultado fue catastrófico: el cadáver explotó durante el velatorio, generando una escena espeluznante que obligó a reconstruir el cuerpo, embalsamarlo nuevamente y cubrir su rostro con una máscara de cera.
Aquel episodio marcó un antes y un después en las prácticas funerarias del Vaticano. Desde entonces, se abandonaron las técnicas experimentales y se adoptaron procedimientos más alineados con la ciencia moderna. El objetivo es siempre el mismo: preservar la dignidad del pontífice, mantener su imagen intacta frente a los fieles, y permitir que la memoria visual del líder espiritual se conserve sin el impacto del deterioro físico.
Ciencia, fe y respeto en el adiós al pontífice
El cuerpo del papa Francisco, expuesto con serenidad y solemnidad en la Basílica de San Pedro, no solo representa una despedida para los creyentes. También es un símbolo de cómo la tradición y la ciencia se entrelazan en uno de los rituales más delicados de la Iglesia: decir adiós a quien fue su guía, sin permitir que el tiempo deje huella antes de su último descanso.
Referencia de la noticia:
National Geographic - Cómo se ha embalsamado el cuerpo del papa para que no muestre signos de descomposición