Ladrillos vivos para Marte: la revolución biotecnológica que podría construir nuestro futuro en el Planeta Rojo

Un equipo de científicos ha desarrollado un innovador sistema de líquenes sintéticos capaces de generar materiales de construcción en Marte sin intervención humana. Esta tecnología, basada en la biofabricación autónoma, abre la puerta a una colonización autosuficiente del planeta rojo.

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Concepto del equipo AI SpaceFactory, ganador del Desafío de Hábitat Impreso en 3D de la NASA. Crédito: AI SpaceFactory/Plomp/NASA

Durante décadas, la idea de habitar Marte pareció un sueño exclusivo de la ciencia ficción. Sin embargo, con cada nuevo aterrizaje exitoso y avance tecnológico, ese futuro imaginado se vuelve cada vez más factible. Pero antes de pensar en valijas espaciales o vecindarios marcianos, existe un obstáculo clave: ¿cómo construir viviendas y estructuras en un planeta a millones de kilómetros de la Tierra sin depender del envío masivo —y costoso— de materiales desde nuestro mundo?

Una respuesta prometedora podría estar en el uso de recursos locales y, sorprendentemente, en organismos vivos diseñados por la ciencia.

Ciencia viva para arquitectura extraterrestre

La solución innovadora proviene de la Dra. Congrui Grace Jin, investigadora de la Universidad Texas A&M, junto a un equipo colaborador de la Universidad de Nebraska-Lincoln. Tras años de investigación en biofabricación, han desarrollado un sistema basado en líquenes sintéticos que puede generar materiales de construcción utilizando el regolito marciano, es decir, la mezcla de polvo, arena y fragmentos rocosos que cubre la superficie del planeta.

“Podemos construir una comunidad sintética imitando líquenes naturales”, explica Jin. “Hemos desarrollado una forma de crear biomateriales que fijan partículas del regolito a estructuras, que luego pueden imprimirse en 3D en forma de casas, edificios o muebles”.

Este avance no solo plantea una solución eficiente, sino que elimina una de las mayores limitaciones de la colonización espacial: la necesidad de mano de obra humana.

Más allá de los métodos tradicionales

Hasta ahora, las alternativas para construir en Marte incluían el uso de geopolímeros a base de magnesio o azufre y técnicas de autocrecimiento bacteriano. Algunas investigaciones emplearon bacterias para unir partículas del suelo o generar compuestos como el carbonato de calcio, mientras que la NASA llegó a explorar el uso del micelio fúngico como material de construcción.

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Vista microscópica del sistema de líquenes sintéticos, donde las células fluorescentes de color rojo corresponden a cianobacterias y las células no fluorescentes a hongos. Crédito: Dra. Congrui Grace Jin.

Si bien estas propuestas ofrecieron resultados prometedores, todas presentaban una desventaja común: requerían asistencia humana constante, ya sea para alimentar los microorganismos o mantener su viabilidad. En un entorno tan hostil como Marte, con recursos limitados y escasa o nula presencia humana inicial, este requisito se vuelve inviable.

Un ecosistema autónomo que se construye solo

El enfoque de Jin se diferencia por su autonomía total. Su equipo diseñó una comunidad sintética compuesta por múltiples especies que se apoyan entre sí, como ocurre en los líquenes naturales. El sistema combina hongos filamentosos —capaces de generar biominerales y resistir condiciones extremas— con cianobacterias diazotróficas que convierten el dióxido de carbono y el nitrógeno en oxígeno y nutrientes.

Mediante fotosíntesis, estas cianobacterias no solo alimentan a los hongos, sino que también generan compuestos que favorecen la mineralización. A su vez, los hongos proveen agua y minerales esenciales para el crecimiento de las bacterias, creando un ecosistema colaborativo donde ambos organismos secretan biopolímeros que consolidan las partículas del regolito, formando una estructura sólida.

Todo el sistema requiere únicamente regolito marciano simulado, aire, luz y un medio líquido inorgánico para crecer. Nada de herramientas, obreros o materiales importados: la estructura se forma sola.

El futuro en construcción

“El potencial de esta tecnología de crecimiento autónomo para permitir la exploración y colonización extraterrestre a largo plazo es significativo”, afirma Jin con entusiasmo.

El próximo paso del proyecto ya está en marcha: desarrollar una tinta a base de regolito que permita imprimir estructuras mediante la técnica de escritura directa en 3D. Así, no solo se podrán producir materiales de construcción, sino moldearlos en formas útiles y habitables con precisión milimétrica.

Con este tipo de avances, la vida en Marte ya no parece un simple anhelo de ciencia ficción, sino un objetivo técnico y biológico al alcance de la humanidad. Si todo sigue su curso, las primeras casas en el planeta rojo no serán construidas por humanos... sino cultivadas por líquenes sintéticos.