Ozzy pasó a la eternidad, pero dejó su huella hasta en la genética: su ADN tenía mutaciones únicas, según un estudio
Ozzy Osbourne fue mucho más que una leyenda del rock: su cuerpo desafió la ciencia. Investigadores analizaron su ADN y descubrieron mutaciones únicas —incluido un alto porcentaje de genes neandertales que podrían explicar su asombrosa resistencia a los excesos.

Ni los médicos, ni los biólogos, ni siquiera sus propios compañeros de banda entendían cómo Ozzy Osbourne, el eterno Príncipe de las Tinieblas, logró sobrevivir tantas décadas de excesos.
Drogas, alcohol, insomnio crónico, caídas, enfermedades, giras interminables… y, sin embargo, ahí estaba. Rockeando. Gruñendo. Resistiendo. Hasta que, finalmente, su cuerpo dijo basta.
Ozzy murió como vivió: dejando una marca imborrable en la historia de la música y, curiosamente, también en la ciencia. Porque sí, su legado no solo incluye discos fundamentales del heavy metal, sino también un genoma único que fue objeto de estudio por parte de la comunidad científica.
En 2010, un grupo de investigadores de la empresa Cofactor Genomics, decidió secuenciar el ADN completo del legendario vocalista de Black Sabbath. La pregunta era legítima: ¿Cómo es que Ozzy seguía vivo después de décadas desafiando cualquier límite conocido por la medicina? Lo que descubrieron dejó a todos boquiabiertos.
Entre mutaciones, música y mamuts
Los análisis revelaron que Ozzy tenía una proporción inusualmente alta de ADN neandertal. Aunque todos los humanos modernos llevamos algo de ese linaje prehistórico, Osbourne parecía tener una carga mayor, con genes relacionados al metabolismo, la capacidad de resistir el estrés y la forma en que el cuerpo reacciona a sustancias químicas.

En palabras simples: Ozzy no solo tenía alma de guerrero del metal, también una biología a prueba de festivales. Literalmente. Algunas de estas variaciones genéticas podrían haberle permitido soportar niveles de alcohol y drogas que serían letales para la mayoría de los mortales.
Desde los años 70, Ozzy se convirtió en un símbolo viviente del exceso. Sobrevivió a sobredosis, a caídas casi fatales, a internaciones, y aun así grababa discos, daba entrevistas y protagonizaba realities. Era como si tuviera una armadura genética invisible que lo mantenía en pie mientras otros caían.
Genética del caos: el mutante del metal
Uno de los hallazgos más llamativos del estudio fue una mutación en el gen ADH4, que está vinculado a cómo el cuerpo metaboliza el alcohol. También se detectaron variantes en genes que afectan la respuesta a opiáceos y metanfetaminas, así como una predisposición genética a la adicción a la nicotina. Es decir, Ozzy tenía una química interna tan singular como su voz ronca e inconfundible.
Él mismo bromeó con su característico humor británico al enterarse de los resultados: “Tal vez soy un mutante. Tal vez soy parte neandertal. Pero al menos ahora sé que no estoy completamente loco… ¡Es genético!”
#LOÚLTIMO | Ozzy Osbourne se consideraba a sí mismo un milagro médico y estaba en lo correcto
— Heraldo Binario (@heraldobinario) July 22, 2025
No es una metáfora: un estudio genético real reveló que el legendario vocalista de Black Sabbath tenía variantes únicas en su ADN que explicaban cómo había sobrevivido a décadas de pic.twitter.com/sGjj1Ruq23
Más allá de la risa, su caso se convirtió en un ejemplo de cómo la genética puede ofrecer respuestas a fenómenos extremos. La ciencia aprendió con Ozzy que la biología humana tiene muchas más sorpresas que guitarras distorsionadas, y que hay personas que, literalmente, nacen con un perfil diferente frente al daño químico y físico.
De murciélagos a microscopios: un ícono improbable
El recorrido de Ozzy estuvo lleno de episodios que bordeaban lo surrealista. Desde aquel célebre show donde mordió la cabeza de un murciélago (sí, de verdad lo hizo), hasta sus internaciones por neumonía, sus caídas que le causaron lesiones graves, o su batalla contra el Parkinson que lo obligó a alejarse de los escenarios en sus últimos años. Su vida fue un vaivén entre el mito y la biología.

Pero fue justamente ese cuerpo, aparentemente frágil y tambaleante, el que más desafió las estadísticas. Su resistencia convirtió al viejo Ozzy en un ícono del caos genético, un sobreviviente del rock y un espécimen de laboratorio involuntario.
Y ahora que ya no está con nosotros, su legado va más allá de los discos y los riffs pesados. Ozzy Osbourne es también un símbolo de la capacidad humana de desafiar lo imposible, de vivir al límite y aún así dejar un testimonio que la ciencia y la música seguirán explorando.
El ADN del rock no muere
Ozzy Osbourne falleció a los 76 años, dejando atrás una leyenda imposible de replicar. Pero en algún laboratorio, su genoma sigue siendo consultado por científicos que buscan entender cómo funcionamos, por qué algunos cuerpos aguantan más que otros, y cómo la genética puede dar forma a nuestros destinos.
Y aunque la ciencia jamás recomiende llevar el estilo de vida de Ozzy como un modelo saludable, no hay duda de que su cuerpo, su música y su historia seguirán rockeando mucho después de su último grito. Ozzy no solo desafió la lógica del rock. También dejó una huella en el ADN de la historia. Y esa, queridos lectores, es inmortal.
Referencia de la noticia
Scientific American. El genoma de Ozzy Osbourne revela cierto linaje neandertal.