Historia de una tragedia anunciada: el nuevo documental de Netflix que reconstruye el desastre del sumergible Titán
A dos años de una tragedia que conmocionó al mundo, el nuevo documental de Netflix -Titán: el desastre de OceanGate- retrata el sueño de llevar turistas al fondo del mar, y cómo la ambición de llegar más lejos, más rápido y a cualquier costo, terminó en un desastre.

El 18 de junio de 2023, el sumergible Titán perdió contacto con la superficie mientras descendía hacia los restos del Titanic. Durante cuatro días, el mundo entero siguió en vilo la operación de búsqueda en el Atlántico Norte. Pero para muchos expertos, la tragedia ya estaba escrita desde antes de que el sumergible colapsara. Era una catástrofe anunciada.
Dirigido por Mark Monroe, el documental no presenta efectos especiales, reconstrucciones ficcionadas, ni actores. Sí, en cambio, hay archivos reales, audios inéditos y, sobre todo, las voces de quienes advirtieron que esto podía pasar y que aún intentan entender cómo algo tan trágico no pudo evitarse.

Titan: The OceanGate Disaster se construye con testimonios de ex empleados, ingenieros, familiares y expertos que describen el ambiente de trabajo y la ambición de un hombre por conquistar lo más extremo del planeta. La historia que se revela es tanto un drama humano como una radiografía de la soberbia empresarial.
El sueño profundo de Stockton Rush
En el centro del relato aparece Stockton Rush, fundador de OceanGate y uno de los fallecidos en el accidente. Rush se presenta como un visionario que quiso democratizar el acceso a las profundidades del océano, pero también como un empresario obstinado que esquivó regulaciones, ignoró advertencias técnicas y construyó su nave con materiales que no eran aptos para soportar la presión de las profundidades.

El Titán estaba hecho de fibra de carbono, un material más ligero y barato que el titanio, pero mucho menos resistente en condiciones extremas. Según expone el documental, en varias oportunidades los ingenieros de la empresa advirtieron que el diseño no era seguro. Incluso uno de ellos, David Lochridge, fue despedido tras expresar su preocupación. El documental recupera esos testimonios y los contextualiza con correos internos, imágenes de archivo y grabaciones inéditas del interior del sumergible.
El silencio final
Uno de los momentos más escalofriantes del documental es la reconstrucción del último descenso. Se escuchan los ruidos metálicos del casco bajo presión y luego, nada. La implosión fue instantánea, según los expertos, y ocurrió a unos 3.800 metros de profundidad.
Murieron los cinco tripulantes: además de Rush, el millonario británico Hamish Harding, el empresario paquistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman, y el explorador francés Paul-Henri Nargeolet.
El documental pone el foco en cómo se llegó hasta allí, y por qué nadie lo frenó antes. Se habla de una cultura empresarial estricta, de clientes rebautizados como “especialistas de misión” para eludir normativas, y hasta de frases inquietantes como la que se atribuye al propio Rush: “Estoy harto de los expertos calvos con bigotes diciéndome que no puedo hacer esto”.
Titan: The OceanGate Disaster logra mantener el interés durante sus casi dos horas de duración sin caer en golpes bajos. Las voces que aparecen no sólo cuentan lo que pasó, sino que se preguntan cómo fue posible que nadie detuviera una aventura tan peligrosa.
El documental también deja una crítica implícita pero potente: cuando la innovación se impone sin controles, y cuando el carisma de un líder reemplaza la ciencia y la prudencia, el precio puede ser altísimo.
A dos años del accidente, las investigaciones oficiales siguen abiertas. OceanGate dejó de operar, pero el caso del Titan sigue resonando como ejemplo de lo que puede ocurrir cuando la obsesión por ser pionero arrasa con la sensatez.