La mayor colisión de agujeros negros es tan grande como 225 soles, nuevos datos de LIGO sacuden los límites del universo
El evento GW231123 desafía los límites de la física conocida con los agujeros negros más grandes jamás detectados, un hallazgo que abre nuevas preguntas sobre el origen del universo.

El 23 de noviembre de 2023, los detectores de LIGO captaron una señal tan extraña como poderosa. El equipo internacional detrás de la colaboración LIGO-Virgo-KAGRA la identificó como la fusión de agujeros negros más masivos jamás observados mediante ondas gravitacionales.
La señal, nombrada como GW231123 fue registrada gracias a los observatorios de Hanford y Livingston, en Estados Unidos, como parte del cuarto ciclo de observación de aquel año.
El hallazgo fue presentado el 14 de julio de 2025, en la Dieciseisava Conferencia Edoardo Amaldi de Ondas Gravitacionales llevada a cabo en Glasgow. Donde se informó que el evento, formó un agujero negro final de más de 225 veces la masa del Sol, una cifra que supera todos los récords anteriores.
Lo más sorprendente es el tamaño de los agujeros negros originales, uno de ellos tenía cerca de 100 masas solares y el otro casi 140, en perspectiva, hace una década los astrónomos se sorprendían al descubrir agujeros negros de sólo 30 masas solares y ahora se enfrentan a gigantes que duplican ese valor.

Además de ser enormes, estos agujeros negros giraban a velocidades extremas, cercanas al límite teórico permitido por la relatividad general, lo que hace que las señales sean más cortas y difíciles de analizar. Razón por lo cual GW231123 representa un verdadero reto para la tecnología y la teoría actuales.
Un rompecabezas cósmico
Según los modelos estándar de evolución estelar, agujeros negros tan masivos no deberían existir y no es posible que se hayan formado directamente a partir del colapso de una sola estrella, una hipótesis es que se originaron a través de fusiones sucesivas de agujeros negros más pequeños.
Señaló Mark Hannam, de la Universidad de Cardiff, quien explica que la complejidad del evento sugiere una historia de formación agitada y, posiblemente, con múltiples etapas de colisiones anteriores.
Davide Gerosa, de la Universidad de Milán-Bicocca, recordó que hace apenas diez años nos asombrábamos con agujeros negros de 30 masas solares y ahora vemos otros que superan las 100, "algo simplemente espectacular”, afirmó durante la conferencia.
Estas colisiones masivas dejan señales breves pero intensas, difíciles de detectar y aún más difíciles de interpretar, por lo que los investigadores creen que se necesitarán observar más eventos similares para poder entender a fondo el fenómeno y su origen.
Tecnología al límite
LIGO, Virgo y KAGRA son detectores extremadamente sensibles capaces de captar mínimas alteraciones en el espacio-tiempo, sin embargo, GW231123 llevó esos instrumentos hasta el límite de su capacidad, tanto en la captación como en el análisis posterior de la señal.
Charlie Hoy, de la Universidad de Portsmouth, explicó que para descifrar la información fue necesario usar modelos avanzados que contemplan la dinámica de agujeros negros con giros extremos, “este tipo de eventos impulsa el desarrollo de nuevas herramientas teóricas”, señaló.

Sophie Bini, investigadora en Caltech y parte del equipo que analizó la señal, dijo que fue una señal extraordinaria y difícil de interpretar, de hecho, su presentación en la Conferencia Amaldi fue uno de los momentos más destacados del encuentro científico global.
Por ahora, los datos calibrados del evento ya están disponibles para la comunidad científica a través del Gravitational Wave Open Science Center (GWOSC), con la esperanza de que otros equipos puedan aportar nuevas pistas y modelos para entender mejor esta colisión.
¿Un futuro incierto?
Este descubrimiento no sólo reconfigura nuestra comprensión del cosmos, también pone sobre la mesa la fragilidad de la infraestructura que lo hizo posible. En mayo de 2025, la administración estadounidense propuso cerrar la mitad de LIGO, lo que comprometería seriamente la detección de futuras señales.
Mark Hannam advirtió que ese recorte presupuestal haría casi imposible captar eventos tan complejos y valiosos y aunque LIGO ha mejorado con cada actualización, sin apoyo continuo, el avance en esta frontera del conocimiento corre un serio riesgo.
A pesar del panorama incierto, los científicos son optimistas, esperan que la magnitud de este hallazgo sirva para reivindicar la importancia de la astronomía de ondas gravitacionales. Cada fusión registrada no sólo revela secretos del universo, también nos recuerda lo frágil que es el conocimiento sin inversión.
Con cientos de fusiones ya detectadas y muchas más por venir, el universo sigue enviando mensajes. Algunos, como el de GW231123, son gritos de gravedad que nos invitan a escuchar, imaginar y seguir explorando en pos de un mejor futuro para la humanidad.