Pintura en los techos para ganarle al calor: la ingeniosa solución que mejora la salud en barrios vulnerables

El calor no es solo una incomodidad. Es un problema de salud pública que se agrava año tras año, sobre todo en las comunidades más vulnerables. Y frente a este escenario asfixiante, una pintura blanca para techos aparece como una solución tan simple como prometedora.

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La pintura es económica y una solucion prometedora para disminuir la temperatura de los hogares.

Mientras las temperaturas baten récords en todo el mundo, en algunos rincones de África la vida diaria se vuelve directamente peligrosa. Casas que se transforman en hornos durante el día y conservan ese calor sofocante durante la noche, impidiendo que la gente duerma, recupere energías y, sobre todo, cuide su salud. En este contexto, un proyecto encabezado por la Universidad de Ciudad del Cabo encontró una solución simple y de bajo costo: pintar los techos con pintura reflectante para bajar la temperatura en los hogares.

El proyecto se llama Beneficios de la adaptación al calor para grupos vulnerables en África, o Habvia, y desde hace tres años prueba alternativas para ayudar a las comunidades más expuestas al calor extremo en Sudáfrica y Ghana. Entre ellas, la pintura para techos se destaca por su bajo costo, facilidad de implementación y resultados prometedores.

La profesora Lara Dugas, investigadora principal del proyecto, lo resumió en una frase contundente: “Todos merecen un lugar seguro donde dormir por la noche que no sea perjudicial para su salud”, dijo al medio Daily Maverick.

Dormir mejor para vivir mejor

Uno de los aspectos que el equipo priorizó fue el sueño. En contextos de calor extremo, la falta de descanso no solo trae cansancio, sino que dispara riesgos de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, problemas renales y trastornos de salud mental. Por eso, además de medir la temperatura de las casas, se monitoreó la calidad del sueño de los vecinos.

La pintura para techos se destaca por su bajo costo, facilidad de implementación y resultados prometedores.

Con dispositivos portátiles, se controló cómo dormían las personas antes y después de pintar los techos. Los datos preliminares son alentadores. Según Vuyisile Moyo, investigadora del equipo, muchas personas percibieron menos calor y un sueño más reparador desde el primer día.

El proyecto se implementó en cuatro comunidades: dos urbanas (Khayelitsha en Ciudad del Cabo y Ga-Mashie en Accra) y dos rurales (Mphego en Sudáfrica y Nkwantakese en Ghana). Todas zonas de alta densidad urbana o viviendas precarias, sin espacios verdes y con techos que absorben y retienen calor.

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Antes de aplicar la pintura, se realizaron talleres para explicar en qué consistía, verificar su seguridad y capacitar a los propios vecinos para que participaran en la tarea. Esto no solo garantizó que todos comprendieran la intervención, sino que también generó empleo y un sentido de pertenencia en el proceso.

Hasta 6 °C menos adentro de las casas

Los estudios previos sobre pinturas reflectantes en otras partes del mundo indican que esta técnica puede reducir entre 3 y 6 °C la temperatura interior de los hogares. En contextos donde los termómetros pueden superar los 40 °C, esa diferencia resulta vital para la salud.

Mark New, otro de los investigadores a cargo, comentó que ya recopilaron los primeros datos tras dos temporadas cálidas y esperan tener los resultados completos este año. “Las viviendas precarias y formales de bajos recursos alcanzan niveles peligrosamente altos durante el día, y esos episodios se volvieron cada vez más frecuentes”, explicó.

Calor extremo, salud y cambio climático

África se calienta al doble del ritmo del promedio mundial. La Organización Meteorológica Mundial alertó que, en las últimas décadas, el aumento de temperatura y los eventos extremos se volvieron más intensos y frecuentes. Y las personas en situación de vulnerabilidad son quienes menos recursos tienen para adaptarse.

El calor es un problema de salud extremo. Y cuando se combina con inundaciones, brotes de malaria o cólera, la situación se agrava rápidamente”, advirtió Dugas.

Si bien la pintura promete durar hasta 10 años, los investigadores son cautos. Sospechan que el desgaste será mayor y que el polvo y la suciedad podrían disminuir su efectividad. Por eso también se mide cómo resiste el paso del tiempo.

Más allá de los desafíos, la experiencia deja una lección: las soluciones no siempre necesitan alta tecnología o grandes inversiones. A veces, una lata de pintura, buenas ideas y trabajo comunitario pueden marcar la diferencia.