¿Qué pasaría si el derretimiento de los glaciares desatara la ira de los volcanes?

Bajo el hielo que se derrite, las bombas volcánicas amenazan con despertar. ¿Podría el clima volver a encender el fuego bajo nuestros pies? Explicaciones.

Los investigadores piden una mayor vigilancia científica ante el riesgo volcánico reactivado por el clima.
Los investigadores piden una mayor vigilancia científica ante el riesgo volcánico reactivado por el clima.

Los científicos están dando la voz de alarma: el derretimiento del hielo podría reactivar algunos volcanes y alterar el comportamiento eruptivo de otros, a veces en zonas que aún no se han monitoreado adecuadamente.

Esta estrecha relación entre el clima y la actividad volcánica, ignorada durante mucho tiempo, ahora se confirma mediante una serie de estudios y modelos geológicos.

Cuando el hielo libera volcanes

Cuando una capa de hielo se derrite, deja de ejercer su colosal presión sobre la corteza terrestre. Esta, aliviada, se eleva lentamente en un fenómeno conocido como rebote isostático.

Pero no se trata simplemente de un ajuste vertical: esta elevación agrieta las rocas, altera los sistemas magmáticos y puede provocar erupciones, a veces varios siglos después de que el hielo haya desaparecido.

El registro geológico de la última gran desglaciación, que ocurrió hace unos 12.000 años, revela un aumento dramático de la actividad volcánica en varias regiones del globo.

En Islandia, los investigadores observaron que tras el retroceso de los glaciares, el número de erupciones aumentó en un factor de 30 a 50. En la Patagonia chilena, volcanes como el Cerro Hudson y el volcán Macá, que habían permanecido en silencio durante milenios bajo más de 1.500 metros de hielo, entraron en erupción en los siglos posteriores al derretimiento.

A medida que los glaciares retroceden debido al cambio climático, nuestros resultados sugieren que estos volcanes tienden a entrar en erupción con mayor frecuencia y de forma más explosiva. Pablo Moreno-Yaeger, de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE. UU.),

Estos precedentes geológicos están ahora bajo escrutinio, ya que podrían ser un presagio de lo que podría volver a ocurrir. Las últimas investigaciones respaldan estas preocupaciones.

Los volcanes serán más inestables hacia 2100

Un estudio de 2022 analizó cómo el cambio climático afectará a los volcanes activos para finales de siglo. El descubrimiento no tiene precedentes: 716 volcanes activos en todo el mundo, o el 58 % de ellos, estarán expuestos a precipitaciones extremas para el año 2100. Estas lluvias torrenciales, al infiltrarse en las laderas o cráteres, no solo pueden causar explosiones hidrotermales, sino también provocar deslizamientos de tierra devastadores, especialmente en regiones tropicales y glaciares.

Además, el aumento de las temperaturas también altera el comportamiento de las columnas volcánicas. Según estos modelos, la altura de las columnas eruptivas podría disminuir entre 1 y 2 kilómetros, lo que altera su capacidad de inyectar aerosoles en la atmósfera superior e influir en el clima global.

El enigma volcánico bajo la Antártida Occidental

Quizás la amenaza más silenciosa y menos vigilada se encuentra bajo la Antártida Occidental. Los científicos han descubierto más de 100 volcanes enterrados bajo el hielo, algunos con un potencial de erupción significativo.

El Monte Erebus, ya activo y conocido por su lago de lava permanente, es un ejemplo. El Monte Waesche, por otro lado, tiene un historial de erupciones que se remonta a los períodos más cálidos del pasado geológico. Por otro lado, se sospecha que el Monte Takahe influyó en una importante convulsión climática hace unos 17.700 años, al inyectar grandes cantidades de aerosoles a la atmósfera.

Según el sismólogo Rick Aster, algunos de estos volcanes podrían estar sustentados por zonas anormalmente calientes de la corteza, alimentadas por columnas profundas del manto. Si la capa de hielo continúa rompiéndose, es posible que estos sistemas de magma se reactiven, con posibles efectos globales.

Un círculo vicioso: clima, hielo y volcanes

El peligro no se limita a una simple explosión local. Lo que los investigadores temen cada vez más es la aparición de un ciclo de retroalimentación entre el clima y la actividad volcánica.

El esquema sería el siguiente: el calentamiento global acelera el derretimiento del hielo, lo que promueve las erupciones; algunas de estas erupciones liberan dióxido de carbono, o, por el contrario, azufre que enfría temporalmente la atmósfera; en ambos casos, estas perturbaciones pueden alterar los equilibrios climáticos y reavivar una dinámica geológica que aún no ha sido totalmente prevista.

Si se activan estos ciclos, podrían complicar considerablemente los pronósticos climáticos y aumentar la inestabilidad en ciertas regiones sensibles.

Llamado a fortalecer el monitoreo volcánico

Ante estos riesgos emergentes, los científicos exigen un mayor monitoreo de los volcanes en regiones glaciares o polares. Muchos de estos sistemas aún carecen de instrumentación adecuada debido a la falta de recursos o a su aislamiento geográfico.

El desafío ahora es cruzar datos geológicos, climáticos e hidrológicos para identificar áreas de riesgo, refinar modelos y anticipar efectos en cascada.

Referencias de la noticia

Marechal, A. (2024, 09 octobre). Le changement climatique aura aussi un impact sur les éruptions volcaniques. Propos de V. Pinel & T. Aubry. Polytechnique Insights.

Carrington, D. (2025, 08 juillet). Melting glaciers and ice caps could unleash wave of volcanic eruptions, study says.The Guardian.