Cómo revivir una planta moribunda: guía práctica para darle una segunda oportunidad
Una planta debilitada puede recuperarse con cuidados simples y bien dirigidos. Detectar las señales a tiempo puede marcar la diferencia entre perderla o verla florecer de nuevo.

Macetas secas, hojas caídas, tallos flácidos. A todos nos pasó alguna vez: una planta que parecía sana empieza a decaer lentamente. Y nos preguntamos: ¿en qué fallamos?, ¿qué hicimos mal?
¡A no desesperar! Que se vea mal no siempre significa que esté condenada. Muchas veces, con unos pocos cuidados bien aplicados, es posible volver a verla crecer rozagante. Acá, una guía práctica para detectar el problema y actuar a tiempo.
Paso 1: diagnóstico urgente
Antes de hacer cualquier cosa, hay que observar con atención. ¿Las hojas están amarillas o marrones? ¿La tierra está seca o encharcada? ¿Se ven raíces asomando por debajo de la maceta? Cada una de estas pistas puede indicar un problema distinto.
Hojas amarillas y caídas: suele ser exceso de agua o falta de luz.

Hojas secas o quebradizas: puede ser falta de riego, baja humedad ambiental o mucho sol directo.
Hojas negras o con manchas blandas: es probable que haya un hongo o podredumbre por exceso de humedad.
Paso 2: revisar las raíces
Una planta que decae casi siempre tiene un problema en las raíces. Sacala con cuidado de la maceta y observá:
Raíces blancas y firmes: están sanas.
Raíces marrones, blandas o con mal olor: hay pudrición.

Si están podridas, hay que cortar las partes afectadas con una tijera limpia y dejar la planta en reposo unas horas para que cicatrice. Luego, trasplantarla en sustrato seco y aireado.
Paso 3: cambiar el sustrato
Muchas veces, la tierra vieja está compactada, sin nutrientes o mal drenada. Elegí un sustrato acorde al tipo de planta: más arenoso para cactus y suculentas; más rico en materia orgánica para plantas de interior o florales.
Un truco útil: mezclá un poco de perlita, vermiculita o fibra de coco para mejorar la aireación y el drenaje.
Paso 4: luz, agua y paciencia
Una vez trasplantada, no la riegues enseguida. Esperá 24 a 48 horas para evitar que el exceso de humedad dañe las raíces recién cortadas. Luego, regá solo cuando el sustrato esté seco al tacto.
Ubicala en un lugar luminoso pero sin sol directo, especialmente si está débil. Evitá moverla seguido: las plantas estresadas necesitan estabilidad.
Paso 5: estimular el rebrote
Una vez estabilizada, podés estimularla con un fertilizante suave, como compost líquido o extracto de algas, cada 15 o 20 días. También podés pulverizar sus hojas con agua para elevar la humedad, sobre todo en interiores secos. Otra ayuda: cortar algunas hojas o ramas secas redirige la energía hacia los brotes nuevos.

No todas las plantas se salvan. Si la raíz principal está completamente muerta, o si el tronco está hueco y quebradizo, es probable que no haya vuelta atrás. Pero si hay una rama verde o una hoja firme, hay esperanza.
Recuperar una planta es, sobre todo, cuestión de observación y constancia. Y cuando finalmente vuelva a brotar, la satisfacción será doble: habrás salvado una vida verde… y también aprendido un poco más sobre cómo cuidar.