La mejor hora para regar tus plantas en tiempo de calor: sin que sufran ni se enfermen

En los días más calurosos del año, mantener vivo tu jardín se vuelve un reto, pero el secreto no está en el fertilizante ni en la poda, sino en algo tan simple como el riego.

El riego se debe aplicar directo a la base de la planta, sin mojar hojas ni flores, especialmente en plantas sensibles a hongos.

En temporadas de calor, los amantes de las plantas tenemos un dilema que en teoría parece sencillo, pero que si no decidimos bien, puede cambiar totalmente la salud de nuestro jardín: ¿cuándo y como es el mejor momento para regar? Aunque parezca una decisión fácil, regar en el momento equivocado puede causar un verdadero problema.

Más allá de desperdiciar el agua, el exceso o mala aplicación puede afectar el crecimiento, la floración e incluso provocar enfermedades en las plantas. El riego en época de calor necesita observarse, entenderse y ajustarse según cada contexto.

A veces nos dejamos llevar por la intuición o por lo que hemos oído decir, sin tomar en cuenta factores como la exposición solar, el tipo de tierra o el recipiente donde crecen nuestras plantas y debemos saber que cada planta tiene su historia y también su manera preferida de beber agua, especialmente cuando el Sol se pone intenso.

En este escenario es común ver daños como hojas quemadas, tallos débiles, presencia de hongos o poco crecimiento. Muchos de estos problemas pueden evitarse si se riega a la hora adecuada y con el método correcto. En otras palabras, regar bien es casi tan importante como elegir la planta adecuada.

La captación de agua de lluvia puede hacerse con sistemas tan simples como colocar un recipiente limpio en el jardín o adaptar una canaleta al techo.

Pero también hay otro punto a considerar: el agua que usamos. ¿Tiene sentido regar con agua potable? ¿Podríamos aprovechar el agua de lluvia? Y si lo hacemos, ¿cómo se almacena de forma segura? Estos detalles también importan, especialmente en un mundo que cada vez valora más la sostenibilidad.

¿Cómo, cuándo y cuánto?

La mejor hora para regar en época de calor es temprano por la mañana, antes de que el Sol esté en su punto más alto. Este horario permite que el agua se absorba correctamente y llegue a las raíces antes de que el calor la evapore. Además reduce el riesgo de que las hojas se quemen por el efecto lupa que puede tener el Sol en las gotas de agua.

Más que seguir una regla general, hay que aprender a leer las señales de cada planta. La tierra te habla, las hojas te lo dicen. Solo hay que saber mirar.

Regar en la noche también es posible, pero con ciertas precauciones, aunque el agua no se evapora tan rápido, la humedad prolongada puede favorecer la aparición de hongos, especialmente en lugares donde exista una alta humedad. Si eliges esta opción procura regar directamente en la tierra y no mojar las hojas.

Y debemos mencionar que, regarlo todo al medio día bajo pleno Sol es lo peor que puedes hacer. No solo se evapora gran parte del agua antes de llegar a las raíces, también puedes provocar un “shock térmico” o incluso quemaduras en las hojas, de hecho, este error es muy común y es responsable de muchas plantas que parecen "secas".

No todas las plantas necesitan agua al mismo ritmo. Antes de regar, hay que observar: ¿La tierra está seca? ¿La planta tiene las hojas caídas? El clima, la ubicación de la maceta y el tipo de planta cambian la frecuencia de riego. Las suculentas, por ejemplo, pueden pasar días sin agua, mientras que una albahaca necesitara atención todos los días.

El tipo de tierra también importa, una tierra arcillosa retiene agua por más tiempo en comparación con una arenosa. Y si tu planta está en una maceta de barro, el agua se evaporará más rápido que en una de plástico, son justo estos pequeños detalles los que hacen la diferencia entre una planta sana y una que apenas sobrevive.

El riego por inmersión puede revivir plantas que llevan semanas sin recibir agua adecuadamente.

La manera en que regamos también tiene mucho que ver con la salud de las plantas. Uno de los más efectivos, sobre todo en macetas, es el riego por inmersión, el cual consiste en colocar la maceta en un recipiente con agua durante unos minutos para que la planta absorba lo que necesita desde abajo.

Si nuestras plantas se encuentran en el jardín o en una maceta que no podamos mover fácilmente, podemos optar por el método de riego por goteo el cual tiene la ventaja de dosificar el agua de forma lenta y constante, evitando el exceso y el desperdicio.

Riego responsable y con sentido común

No existe una fórmula única para regar bien. Cada planta es un mundo y cada jardín tiene su propio microclima, como si se tratara de un Edén. Hay que tomar en cuenta el tipo de planta, el tamaño de la maceta, la exposición solar, el tipo de tierra y hasta el clima local antes de decidir cómo, cuándo y cuánto regar.

Una planta bien regada se ve viva, erguida, con color. Una planta con exceso de agua tiene hojas lacias, tierra encharcada y en algunos casos, hasta mal olor

La observación constante es la clave. Una planta bien regada se ve viva, erguida, con color. Una planta con exceso de agua tiene hojas lacias, tierra encharcada y en algunos casos, hasta mal olor. Escucha a tus plantas, no todas piden agua al mismo tiempo.

Y si a eso le sumas prácticas sostenibles como el uso de agua de lluvia también estarás haciendo un pequeño gesto por el planeta ya que regar con agua de lluvia es una de las mejores decisiones que puedes tomar en temporada de calor por darle a tus plantas un agua libre de cloro y otros químicos que sí están presentes en la potable.

Todos hemos regado mal alguna vez, o por exceso de amor o por andar con tiempo limitado, pero regar bien no es cosa de tener suerte ni de seguir reglas raras, es más bien de observar, de escuchar y de entender que cada planta es diferente. En tiempo de calor hay que tener el doble de cuidado, porque todo pasa más rápido, incluso los errores.

Así que antes de agarrar la manguera como loco, tómate un momento para ver qué necesita tu planta de verdad. Y si te equivocas, no pasa nada. Lo bueno de las plantas es que muchas veces nos dan una segunda o hasta tercera oportunidad para aprender sobre la marcha.