Demoliendo mitos: un estudio de Harvard sobre IA halló que la mayoría usa ChatGPT para aprender, no para copiar
Un estudio de Harvard desmonta el mito con datos reales: la mayoría usa la IA para aprender y resolver dudas, no para copiar tareas. Descubre cómo este "asistente invisible" transforma la educación sin fomentar trampas masivas.

En la mitología griega, Prometeo robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos, desatando un progreso imparable, pero también miedos ancestrales a lo desconocido. Hoy, la inteligencia artificial (IA) como ChatGPT evoca un eco similar: un "fuego digital" que promete iluminar el conocimiento, pero que muchos ven como una serpiente traicionera que envenena la honestidad en aulas y oficinas.
Desde su lanzamiento en 2022, titulares alarmantes han pintado un apocalipsis educativo, con profesores y jefes temiendo que la IA sea el arma secreta para una gran estafa colectiva educativa. ¿Y si todo fuera un mito moderno?
La realidad, según un reciente estudio realizado por la Universidad de Harvard, nos muestra un panorama mucho más luminoso y humano: luego de analizar millones de mensajes anónimos, los investigadores descubrieron que la gente no usa ChatGPT para “robar” respuestas completas, sino como un aliado, un incansable compañero de estudios.
Este hallazgo no solo calma el pánico, sino que invita a repensar la IA no como enemiga del esfuerzo, sino como aliada en el viaje del aprendizaje. Vamos a desglosar esta sorpresa científica, paso a paso.
Desmontando el mito: lo que dice el estudio de Harvard
En tu teléfono, la IA funciona como un GPS: no te lleva de la mano hasta el destino sin que vos decidas el rumbo, sino que te sugiere rutas, evita demoras y te explica por qué debés girar a la izquierda. Así describe el estudio de Harvard, liderado por el economista David Deming junto a expertos de OpenAI, sobre el uso real de ChatGPT. El análisis revisó casi un millón de mensajes anónimos enviados entre mayo de 2024 y junio de 2025, clasificándolos con precisión quirúrgica mediante algoritmos validados contra datos humanos.
Los resultados son claros y reconfortantes: el 10% de la población adulta global usa ChatGPT, con jóvenes de 18 a 25 años enviando casi la mitad de sus 2.6 mil millones de mensajes diarios. Pero aquí va lo clave: no hay rastro de "trampas al por mayor".
GPT-5 is here.
— OpenAI (@OpenAI) August 7, 2025
Rolling out to everyone starting today.https://t.co/rOcZ8J2btI pic.twitter.com/dk6zLTe04s
En lugar de copiar ensayos enteros o automatizar trabajos, el 77% de los mensajes cae en categorías como "búsqueda de información" (que subió del 14% al 24% en un año), "guía práctica" (29%, como consejos personalizados para ejercicios) o "escritura" (24%, mayormente ediciones, resúmenes o traducciones, no creaciones de cero).
En educación, el 10% involucra tutorías, donde la IA actúa como un profesor paciente que responde dudas iterativamente, fomentando el diálogo en vez del atajo perezoso.
Este enfoque "iterativo" es el corazón del mito desmontado. Como explica Deming: "La gente lo usa como asistente, consejero o guía. Puedes pedir feedback y ajustar, algo que un simple buscador no hace". No es magia, sino un diálogo que exige tu input constante, similar a charlar con un amigo listo que te corrige sin hacer tu tarea por vos.
Lecciones y un futuro prometedor de la IA en el aprendizaje
Entonces, ¿por qué persiste el miedo? Porque, como en las películas de ciencia ficción donde las máquinas se rebelan, el pánico inicial eclipsa la evidencia.
Estudios complementarios, como encuestas de Stanford en 2025, muestran que el porcentaje de estudiantes admitiendo trampas se mantiene plano desde la llegada de ChatGPT, alrededor del 60-70% en comportamientos variados, pero sin un pico por IA. En cambio, el 40% de universitarios lo usa para pulir su propio trabajo: revisar respuestas o generar ideas, no reemplazarlas.
OpenAI & Harvard just dropped data on AI usage from over a million chats.
— Jackson Atkins (@JacksonAtkinsX) September 16, 2025
70% of ChatGPT use is personal.
The work productivity narrative is a fraction of the story.
This new paper is the ground truth on how AI is integrating into society.
Here's the findings:
Researchers pic.twitter.com/xBnIR6BK3P
Esto subraya una verdad simple: la IA no es un ladrón de mentes, sino un amplificador de curiosidad, especialmente en países de ingresos medios como Brasil, México y Argentina, los tres países de Latinoamérica con mayor uso de ChatGPT según volumen de búsquedas y actividad.
Más allá de los números, este estudio invita a una pausa optimista. En un mundo donde el 73% de los mensajes son personales o educativos, ChatGPT democratiza el conocimiento, cerrando brechas de género (ahora más mujeres que hombres lo usan) y geográficas.
Imagínalo explicando un tema meteorológico como un huracán, con analogías vívidas o simulando modelos climáticos paso a paso: no sustituye al científico, sino que lo empodera. La relevancia radica en su potencial transformador: fomenta una "generación IA nativa" que resuelve problemas creativos, no memoriza.

Pero ojo, la IA no es una panacea; Deming advierte que no revoluciona la productividad de golpe, sino que nutre habilidades blandas como el pensamiento crítico.
En última instancia, el mito al que referimos al inicio de este artículo nos recuerda que el progreso no destruye, sino que redefine el esfuerzo humano. Abrazar la IA con reglas claras –como citar su ayuda como a un libro– asegura que siga siendo un faro, no una sombra. Al final, como Prometeo nos enseñó, el verdadero fuego enciende mentes, no las quema.
Referencia de la noticia
Aaron Chatterji, Thomas Cunningham, David J. Deming, Zoe Hitzig, Christopher Ong, Carl Yan Shan, and Kevin Wadman. How People Use ChatGPT. NBER Working Paper No. 34255, September 2025 JEL No. J01, O3, O4